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Lo que Cuentan Los Indios GL1araúnos Al tenerlo seguro, comenzaron los indios a tirar fuer– temente de las sogas y el Duende comenzó a tirar también. Pe– ro en el forcejeo llegaron los otrc;s ~ndios y lo apalearon y machetearon. Intentaron quitarle un trozo de carne; pero aquel Duende era puro hueso. Le echaron sobre las cortaduras sus– tancias picantes, como sal, ají, etc.; y el Duende se fue medio muerto. Los indios lo siguieron para saher en donde se refugiaba y lo vieron meterse en el hueco de un árbol seco, al que pren– dieron fuego. Al caer el árbol, salieron de dentro del tronco los hijos del Duende, todos con las muñecas de las manos d9- bladas y dos rodillas en cada pierna. También salió de allí E;l indio muerto, con su mujer, distinta de la otra, y se huyó tam– bién al monte. En la copa del árbol hahía un hombre joven al cual el fuego no hizo mal ninguno. Los indios los fueron persiguiendo montaña adentro; pe– ro después de haber caminado mucho, llegaron a un paraje don– de había muchos árboles añosos y gigantescos, todos ahuecados y secos. Al verlos, temieron que dentro de cada uno hubiera escondidos duendes tan feos como el fauno de las dos rodillas en cada pierna, y se volvieron a la ranchería.

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