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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos -Vete, pájaro, a donde está mi hijo y díle que se venga. Fue el paj aro y corrió la suerte del anterior. Buscó entonces al TOKOYO o buho, qne es ·'pá:jaro bri1-– _jon, y le encargó la rn.isma misión: -Vete y llama a mi hijo. Fue el buho. Al yerlo, el duende erizo su pata para clavársela, mas el '' ave bruja" esquivó el golpe. Volvió a erizarla, y el ave la escruivó de nuevo. --¡ Tú te vas a burlar de mí ... l -dijo colérico el duende-. Te desplumaré y te asaré en el DIRI (':'). Comenzó entonces a perseguir al tokoyo de un lac!.~ a otro. Pero el tokoyo, como era "ave bruja", procuraba retirar– se en dirección a la ranchería. De suerte que, persiguiendo al ave, el duende llegó, sin darse cuenta, a donde est;_.ban los indios. Los indios le dispararon sus flechas y el duende cayó muerto. Picaron la carne y los huesos, esparciéndolos después por el suelo. -¡Todos estos huesos y trozos de carne -dijo su pLdre al esparcirlos- se convertiran en avispas y en reptiles dañinos! Y al tirar el hueso afilado de la pierna, dijo: -Este hueso se convertirá en un guaical o espinero bravío. Así sucedió. Y así terminó aquel nial hijo, por desobedecer a su pa~ dre y por haber ido a emborracharse a la ''casa de las ranas". < 'l Diri, parrilla ele madera.

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