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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Cuando estaba simulando la agonía, llamó a la joven pa– ra aconsejarla, y le dijo: -Ya ves que muero. Después que me hayais hecho los funerales, no tardes en buscarte marido y casarte pronto. El marido lo enontrarás siguiendo por ese sendero adelante. Pri– mero tropezarás con un joven y un poco después con un grupo de hombres, y todos ellos te requerirán de amores; pero no los escuches, pues ning_uno de ellos ha de ser tu marido. Después que ellos pasen te encontrarás con otro hombre que traerá en su mano una tibia de venado. Ese es el hombre con quien de– bes casarte. Después hizo que se moría. Los indios lo lloraron, como se llora a los muertos, y lo llevaron al GUABA-NOKO o "Lugar de los cadáveres", dejando la mortaja sostenida por dos hor– quetas. Al regresar a la1 ranchería la gente del entierro, se le– vantó el indio, de la mortaja o "canoa fúnebre'', y se fue en de– rechura al camino por donde había dicho a su hija que debía ir a buscar marido. Pasó un joven y lo dejo pasar; pasó luego un grupo de in– dios y los dejó que pasasen; pero detrás de ellos se fue él, llevan– do en su mano la tihia de un venado. La muchacha salió a buscar marido, siguiendo la senda r1ue su padre le había indicado, y con quien primero se encontró fué con un jo:ven y un poco después con un grupo de indios, to– dos los cuales la querían por mujer; pero como ninguno de e– llos llevaba el hueso de venado, a ninguno hizo caso, como su padre le había aconsejado. Un poco más adelante vió venir a otro indio, el cual traía en su mano un hueso de venado. La joven se fue hacia él y le dijo: -Quiero que tu seas mi marido. Aceptó el hombre y se fue con ella. Al llegar al rancho, el indio se acostó enseguida. Ella lo contemplaba en silendo; mas al mirarle las manos, reparó que sólo tenía dos dedos, como e1 venado, que tiene la pezuña partida. La mujer no pudo reprimir su asombro, y exclamó: 216

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