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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos -Mira, rana. Si quieres casarte conmigo, tienes que ir primero a sacar yuruma al morichal. Al otro día fue la rana con la mona a sacar ynruma, y ya desde entonces se la reconoció por esposa del indio. La MONA tuvo pronto hijos, por lo que estaba orgu– llosa; pero la RANA no los tenía. Un día en que las dos mujeres 1 RANA Y MONA, esta– b,an sacando yuruma, riñeron y se fueron a las manos. La MONA insultaba a la RANA, diciéndole: -Tú eres mujer muy deforme, pues careces de "posa– deras''. -¡ Ah, pues mira que tú ... ! ¡ Si tienes la cintura co– mo un bejuco ... ! -¡ Tú comes gusanos de tierra, cochinona ! -gritaba lfl MONA. -Y tú comes lo que robas a los demás -replicaba la RANA. -Tú eres una mísera mujer estéril. . . Yo tengo hijos. ,: Y tú? ¡Quisieras tenerlos. . . ! La RANA, enoj<ada, cogió su totuma y se fue a baifar a un charco. Un rato/ más tarde fue la MONA a ver el charco donde la rana se estaba bañando y no encontró más que la totuma; y dentro del pozo unas ranas negras. La mujer rana se había vuelto a: su primitivo ser de rana. Al regresar el indio, preguntó a Ja MONA: -Jojara-tira, rna tida, ¡,kasabayara? ";.Mi mujer, la RA– NA, para dónde se ha ido?". -Pues tu mu,jer-rana -le dijo la otra- se ha ntelto a convenir en rana. Enterado el indio de lo que había sucedido, se enojó y castigó a la Mona. Esta se encolerizó sobremanera; cogió a sus hijos, sus mapires y las cosas dejadas por la RANA, y se huyó al mori– cha!. 190
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