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Lo que Cuentan Los Indios Guaraún.os Sin embargo, a fuerza de gritar unos y otros, pudieron, al fin, reunirse todos al pie de una ceiba gigantesca, en don– de armaron un cobijo con hojas de temiche pan1 pasar la no– che. Mientras armaban la choza~ vieron cerca una paila con manteca y plátanos pintones. A los indios se les alegró el corazón al ver la paila, la manteca y los plátanos pintones, y se dijeron: -Vamos a cocinar esos plátanos para cenar. Mas uno de ellos, a quien no gustaban las bromas, dijo a los otros: --No toqueis esas cosas. Mirad que son del DUENDE SACAOJOS. El caso es que varios de los indios se comieron un mo– rrocoy que habían traído, y los otros cenaron con las viandas que encontraron en la paila del DUENDE SACAOJOS, por otro nombre "DUEN[)E OJO DE LUNA". Terminada la cena, los indios que habían comido rno– rrocoy se acostaron en un extremo del rancho y tardaron mu– cho en dormir. Los otros se acostaron en el otro extremo y se quedaron dormidos enseguida. Los indios que no dormían vieron entonces bajando de la ceiba a uno que traía en la frente una luz semejante a una luna: y que mientras bajaba venía diciendo: -Voy a ver mi paila, ¡ ohL mis plátanos y mi 111ants– ca. Despues sopló: "¡ Hoh !.... " Y al soplar el dllende, se rn.ovieron las hojas de los ár– boles. como sacudidas por una brisa fuerte: y cayeron a1 sue– lo las gotas de rocío. Al bajar fue a ver la paila. -¿ Quien se comió mis plátanos, ¡oooh!. y mi manteca'? Pronto lo sabré. Se fue a donde dormían los indios que le habían en– mido sus viandas y apagó la luz, como luna, que llebaba en la frente. 165

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