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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos No salgáis de la ranchería a buscar comida, pues ella misma vendrá a vosotros cuando la necesiteis. Los indios entonces vivían felices sin necesid::¡d de tra– bajar ni de preocuparse por la comida. En cuanto sentían un poco de hambre, repentinamente yefan llegar a la casa yuruma, pescado, fruta de moriche, can– grejos, miel y otras provisiones, aunque no sabían quien se las mandaba ni quien se las traía. -No salgáis a buscar comida -volvió a repetir otro día el viejo-.Desde el día que salgáis a buscarla; dejará ella de ve– nir. Y como el viejo lo dijo así sucedió. La comida viniendo durante mucho tiempo cada vez que los indios te-– nían hambre. Por fin murió el viejo. Pero antes de morir llamó 3 sus nietos y les dij u: -Nieticos míos, después de mi muerte ya no vendrá lri. comida como antes. Pero cuando tengais necesidad, v:üs al pi~ de aquella palma de moriche, donde encontraréis la comida qm: hasta ahora ha venida a casa. Muerto el viejo, comprobaron que era verdad cuanto les había predicho; pues desde aquel día ya la comida dejó de ye-– nirles como antes. Fueron entonces al pie del moriche y aprendieron el se– creto de sacar de él su comida: Los frutos que colgaban de su copa, eran frescos, un– tuosos y en extremo agradables al paladar de los indios. En el tierno cogollo encontraron la yaba - kaba, verdu– ra sabrosa como no habían visto otra. Tumbaron la palma, abrieron el tronco y encontraron la blanca fécula con la que comenzaron a fabricar la sustan– ciosa yuruma, el pan de los JEBUS; y en Jos troncos podridos vieron ebullir los gruesos gusanos, que salían de la postura del coleóptero o "congorocho", que los indios llaman jibi,nw. l\.fas, ¡ay!, aquellos gusanos, que tanto excitaban la gu– la de los indios, no se podían comer, porque en vez de man– teca, estaban repletos de sangre. 157

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