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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Cada día se veía crecer; y por comida le daban "que– so de moriche" (1) y yuruma. Pero tánto creció, que y~' no cabía dentro de la jaula. A dicha había allí un pequeño charco y en el char– co metieron al morrocoy para que terminara de crecer. Cuando ameneció fueron a verlo y quedaron asombra– dos de lo que había crecido. ,J a1nás habían visto los gua.raos un morrocoy tan enorme. Este morrocoy se llamaba KUA--SIMO, que ªEl de la cabeza colorada". -¡ K1w-sinw) Kiw-sima! -le gritaban los indios. Y entonces salía del agua el morrocoy y le echaban su comida. Como el animal creció tánto, tánto, tenía una fuerza increíble. Comenzó a tumbar los árboles y se fue abriendo un caño hasta el mismo río. Allí, en el fondo del río, tenían una casa k•s RAOS, y allí se zambullía Kua-sirno. Cuando los indios pasaban por aquel lugar, -¡ Kua-simoooo ! El morrocoy salía y los indios le preguntaban: -Oye, Kua-Simo, ¿ dónde están los que te cogieron? Cuando la niña, dueña de Kua-Simo., quería bañarse, lla- maba a Kua-Simo y bajaba con él al fondo del río, nues allí, al lado de la casa de los NABARAOS, había una playa- estupen– da para bañarse. Mas un día, siendo ya mayor, dió fiebre a la niña; a pesar de lo cual fué a bañarse a la playa de los NABARAOS. Al verla con aquella fiebre (2), Kua-Sirno sima, porque se bañaba estando así. 1 )USú braví- (1) "Queso de moriche" llaman los criollos que viven entre los guaraos t&nto al "oji-guari" como al "bunamo". Véanse estos vocablos en el Diccionario Guarao-Español. (2) La fiebre peculiar del catamenio.

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