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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúno.s -¡Ah, sus! Yo no como eso, porque es mi tío. Suéltalo. Si tú lo comes, yo me moriré. Pero al llegar a la casa le dij o el indio: -Mira. Tú méteme en la casa y cierra bien la puerta para que no pueda llegar a tí e] olor del morrocoy. Procura– rÉ> asarlo hien lejos. Asó el morrocoy y se lo comió. Mas al regresar a casa, encontro muerta a la nabarao. Desde entonces los nabaraos se hicieron enemigos irre- conciliables de los guaraúnos. Si aquella nabarao hubiera tenido hijos del indio, los guar.raos encontrarían debajo del agua alojamiento y cuanto necesitasen; mas por haber muerto sin sucesión, no encucm– tran más que la muerte. 5c; __ KUASIMO, EL NABARAO. Durante 105: días que le dura el achaque la rnnjer gnaraúna está obligada a permanecer aislada. EJ presente mito nos refiere cómo una de ellas, por no haberse atenido a esta costumbre, saliendo a bañarse antes de tiempo, fue engullida por un nabarao. Dictnda por Antonia Daza. Jugando en el agua una niña india, se encontró un mo– rrocoicito. Lo cogió y se lo fue a ensefiar a su madre. La madre le dij o: -Vamos a cuidarlo muy bien, y cuando sea grande lo cmneremos. Lo metieron en una jaula y lo cuidaron mucho. JVIas aquél morrocoy no era morrocoy, sino un hijo de Nabarao.

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