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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos EL PAIS DE LOS NABARAOS TORTUGAS. Transcurridos una porción de días, dijo la na.barao al indio: -Hoy quiero llevart·e a un país 1 que, al verlo, te pa– recerá encantado. Cuando le hablaba la nabarao iban navegando sobre un espacioso remanso. -Párate aquí y échate al agua - le dijo la mujer. Saltaron de la curia:ra los dos y se zambulleron en el agua. Mas el agua sólo les cubría hasta la cintura. -¿Estamos en un "bajo''? -preguntó el indio. -No. Lo que esta:mos pisando es el caballete o cum- brera de la casa de los nabaraos· Esta era de mi padre, pe– ro se la compraron los naharaos tortugas, que viven en el fon– do de este remanso y son mis parientes. Volvieron a saltar y llegaron al fondo. Allí el sol era distinto. Las aguas, de colores. Los árbo– les no se parecían a los de la tierra, y en vez de frutos, se car– gaban de peces. Los caimanes estaban domesticados, igual que los peces sierra; y los tiht~rones no hacían daño. -Mira allá -le dice Ja nabarao-. Por aquel recodo tie– nen sus nibomanoko ("rancho de purgación")· las muchachas nabaraos; y un poco más al!á, hacia el espolón de la isla, tie– nen el lugar reservado para bañarse ellas, después de sus cri– sis... Los muchachos se bañan allá del otro lado. Te enseñaré el jojo-noko o "plaza de baile", en donde los nabaraos cele– bran sus fiestas... Después de haber pasado varios días en la ranchería de los nabaros tortugas, salieron otra vez ai Iá superficie y se fue– ron a su casa. Mas en el camino cog10 el indio en el río un morrocoy que venía nadando. Le dice la nabarao: 126
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