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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos -¡Ahora sí que te voy a castigar de veras!. -Eso sí que no lo harás -repLcó la mujer-; pues tienes que cumplir tu palabra de tratarme bien. Al llegar a la boca del río, la mujer se tiró al fondo del agua, y llamó al marido: -Ven detrás de mi. Salta de la curiara al cabaHete de este rancho, y de ahí al fondo. El indio se arrojó al agua; se detuvo sohre la cumbre- ra de uno de los ranchos y saltó al fondo. Después entraron en la casa de los na,baraos. La mujer dij o al indio: -Estrecha la mano de mi padre. Aquí abunda el pes– cado. También hay bastante tela para hacer vestido. Después salieron el indio y la nabarao del fondo del a– gua y, nadando los dos, regresaron a su casa. CON EL ABUELO NABARAO. Esta vez el indio y la nabarao se fueron lejísimo. Mientras navegaban, decía al indio la nabarao: -Por aquí, he venido yo con mi padre muchas veces; observa las huellas de mis pies allú en el fondo. La nabarao volvió a decir: -Mira. En toda la boca de ese otro río, ahi mismo, vive mi abuelo. ¿No quieres conocerlo? 124 El indio contestó: -Sí, quiero. Y volvió a decir el indio:

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