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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos a) Su nota resaltante es que roban a las m'Uchachas pri– merizas que llegan a la pubertad; y en general, que persiguen a las mujeres durantes su achnqne cata-rneriicd, corno se dijo en la Sección Tercera. Es igualmente creencia común entre los guaraos que a veces estos duendes de las aguas o NABARAOS DUENDES, salen del río y van a encontrarse con las indias, mientras és– tas reposan en el ibomanoko o choza de purgación, en que la india permanece recluída durante su período; y mucho más cuando la india quebranta el precepto de su confinamiento mientras perdura la crisis. b) A estas cohabitaciones del nabarao con la india mens– truante, atribuyen el engendro de hijos monstruosos o defor– mes, como comprobaremos más adelante. La Yista de una persona lisiada o defonne evoca en los guarcws la idea de los "nabaraos duendes". Ese desgracia~ do es en el concepto de ellos, o un "nabarao" en figura huma– na, o engendro de algún ·'nabarao" con alguna india en cri– sis. Los miran con horror y rehuyen su trato. De if,rual modo, cuando nace algún niúo monstruoso o con defectos físicos que lo deforman notablemente) creen que no es hijo de hombre, sino del duende "n.,abarao"_. que cohabitó con lai madre del niño. Esta superstición suele ser causa de infanticidios en– tre los guaraos; pues al nacer un niño en tales condicione sus proppios padres procuran deshacerse de él, matándolo, como he– mos tenido los lVfisioneros ocasiones de comprobar, c) En la Misión del Amacuro decía una niña de las bocas del Orinoco a la Hennana Benardina de Ollería que habían sido de familia cinco hemanitos; pero que al presente eran cuatro, porque al más pequeño lo había matado su mamá al nacer, viendo que no tenia mas que tres dedc~s en cada mano. En el a:rio 1945 fue denunciada a la Misión de Guayo el indio Carlos de Jubeina, acusado y confeso de haber mata– do a un hijo de su mujer, al que por su pequeñez y ruindad atribuyeron igualmente paternidad nabaraonera. 112