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AUNQUE NO HUBIERA CIELO 349 No hay que tomar muy a la letra, sino como una efusión lírica y más bien retórica, al1uello de nuestro célebre soneto, "no me mueve, mi Dios, para quererte/, el ciclo que me tienes prometido", y lo que sigue·•. Es sabido que, para Unamuno, "Dios" apenas tendría sentido para el hombre sino en cuanto se le proponga como "Inmortalizador" que colma el duro y trágico empe110 de hombre por creer y crear creyendo su propia inmortalidad individual. Dejando en su tama110 este dicho unamuniano, nosotros tomamos el soneto como cifra y esdmulo de la problemática que vamos a estudiar, a la luz del pensamiento escotista sobre el amor de caridad. De todas formas, el autor del soneto y todos los que asimilan sus sentimientos sobre el amor puro/desinteresado, parece se encuentran en una tensión espiritual sorprendente, con visos de paradoja. Sin embargo, dentro del género literario espe– cífico de la mística, con su recurso a lo imposible, utópico e irrealizable, el autor del soneto (y los que lo comparten) no hablan de ilusiones y fantasías, quieren en– fatizar algo muy real y operativo en ellos: la prioridad absoluta del amor fuerte y puro a la infinita amabilidad intrínseca de Dios. Antes y con independencia de su referencia al bien que pueda aportar al hombre. El motivo "cielo" (recompensa, beatitud) permanece a nivel objetivo, óntico. Pero se le margina a nivel psicoló– gico, subjetivo y vivencial. Se podría recordar aquí la distinción escolástica entre la finalidad intrínseca a la obra (jlnis operis) y la finalidad que el agente busca personalmente al obrar (finis operantis). Se podría poner el ejemplo del viejo que dijese: si, por imposible, volvie– se a los 20 a110s, me entregaría a una vida voluptuosa. No es mera fantasía; expresa una situación real, la afición que el viejo tiene a la vida voluptuosa. Así, el autor del soneto expresa una situación espiritual real: el motivo decisivo de su amor a Dios; sólo Dios. Por lo demás, también los teólogos utilizan este recurso literario, como veremos. Dice Escoto que, si por imposible, Dios no fuese nuestro Beatificador, to– davía deberíamos amarlo con el sumo amor. Santo Tomás, por el contrario afirma que, si por imposible, Dios no fuese nuestra Beatitud, no sería razonable amarlo sobre todas las cosas. ·• M. De Unamuno, Del sentimiento trágico de Í,¡ vid,z, Madrid 2005, 89. Los comenta– ristas, sí toman en serio la afirmación del soneto. Alguien lo califica como "la forma más bella, más profunda y más cristiana de expresar el amor sacro" Q.B. Gomis).
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