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378 ALEJANDRO DE VILLALMONTE La inteligencia o racionalidad son menos relevantes desde el cristianismo que el amor. Por eso, el hombre aparece como "criatura amorosa", subrayando con igual energía ambos términos 59 • El epíteto "amorosa" del filósofo, lo hemos sustituido por el epíteto "caritati– va", más adaptado al terna teológico que estarnos tratando. La pregunta por el sentido último de su existencia nunca es baladí para el hombre. Decir que el fin último de la existencia humana no es el ser feliz, partici– pando en la felicidad de Dios, sino, más ajustadamente, es participar en el amor con que Dios se arna a sí mismo, pudiera parecer una refinada, sutil precisión esco– lástica. No lo es, por doble motivo. Por el concepto de Dios que implica una u otra respuesta. Y por el concepto de hombre que, igualmente va implicado. Y esto en una doble vertiente: desde la vertiente óntica, que se fija en el ser del hombre en cuanto tal y lo califica de "criatura caritativa", en el sentido ya explicado. Y luego también e inevitablemente, desde la vertiente operativa, dinámica que dice refe– rencia a su comportamiento corno ser humano, inteligente y libre, como ser moral, ético. Desde esta perspectiva la enseñanza de Escoto sobre la caridad como amor de liberalidad, desinteresado, como "amor puro", se abre camino al cultivo preferen– cial de una ética / moral del amor, de la generosidad. Que quiere superar la domi– nante ética eudemonista (de raíz aristotélica), que hace deseo de la felicidad indivi– dual el motor originario y único razonable de todo el comportamiento humano. Una ética, por tanto, centrada en el interés y bien propio, motivada por premios y castigos, utilitarista y mercenaria como suelen llamarla. Abelardo la califica de "avaricia espiritual". El tema necesita y merece más amplio desarrollo. Aquí sólo podemos mencio– nar su existencia y su conexión con el terna de la teología de la caridad que hemos estudiado. Remito a estudios que también abren paso a este terna e,º. 5 ') J. Marías, La perspectiv,z cristiana, Madrid 2005, 102; 201-204. 60 Pueden verse las sugerencias del breve estudio de B. Haring, lvlornl del mnor o moml de la jélicidad, en Un discusión sur la ethic,i delJelicid,ule, Texto en incerlingua francés, inglés, ita– liano, Beekbergen-Nierderland 1991, 85-94. Haring utiliza, sin citar, la fórmula de Escoto, "Dios quiere otros condiligentes" (coamadores), como base de su argumentación (ibidem, 90). El estudio de Haring y todo el libro se pueden relacionar con el problema del amor puro que tratamos. Se pretende que el eudemonismo ético que pone como fin supremo del hombre la feli– cidad personal, deje paso a la ética de la generosid,zd, de la gratuidad que se entrega al amor y

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