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AUNQUE NO HUBIERA CIELO 375 de Dios y del hombre. Y permite decir, sin hipérbole, que pone en movimiento toda una constelación de afirmaciones teológicas. Un texto orientador. Un comentarista de la polémica sobre el amor puro en Fenelón ofrece un texto esclarecedor para todo el problema que tratamos: El acto de amor puro no es posible más que a partir de una teodicea (un determinado concepto de Dios) que evite encorvar a Dios sobre sí mismo. A Malebranche que, como consecuencia de su presupuesto inicial no lo evita, Fenelón le concede que en el hombre el deseo de felicidad es irrefrenable, pero él no concluye, como el filósofo oratoriano, que el amor independiente de ese deseo implique contradicción. Porque, si el Espíritu Santo es Amor sustancial sin "encurvamiento", no hay ninguna contra– dicción en que la voluntad humana, transfigurada por Él, cese de hacer depender el amor a Dios de la felicidad que se busca en ese amor 51 . En dos palabras: es posible que el hombre ame a Dios con amor puro, porque Dios se ama a sí mismo con amor puro. Y comunica esa posibilidad a los hombres, al infundirles su misma caridad. Podemos confirmar y profundizar en esta idea con textos de Escoto. Siguien– do estos pasos: 1) Dios es formalmente Caridad, por eso, el amor con que Dios se ama a sí mismo es "amor puro"; 2) el amor con que Dios ama a los hombres es caridad/ amor puro; 3) el amor con que el hombre ha de amar a Dios y al prójimo es amor caridad, "amor puro", porque, como dice Escoto, el objeto de la caridad de Dios y la del hombre es el mismo. El punto de partida está la conocida afirmación de Escoto: Dios es formal– mente caridad, y no solo como causa eficiente 5 · 1 • Esta afirmación contiene la afir– mación de que el constitutivo metafísico del ser divino es la Caridad: Dios es Caridad. Como hemos visto, la caridad es para Escoto liberalidad, amor de libera– lidad. La caridad como amor de "liberalidad" es clave en todo el problema que estamos estudiando. Nos ayuda a explicar, según Escoto, en primer término, el di– namismo de la vida íntima de Dios, la que se manifiesta en la vida de las Tres per- Texto citado por M. Elron Bulnes, Amor y reflexión, 121. 5 ' Dice Agustín "la dilección es Dios" (De Trinitüte, lb. 8, cap. 11), frase que Escoto interpreta: "presupone que Dios es formalmente amor y dilección y no solo por su causalidad eficiente, como cuando produce la esperanza y la paciencia que son perfecciones limitadas. Porque Dios causa en el alma la caridad como perfección pura". Ord., I, d. 17, pars l, q. 1-2, n. 172, (ed. Scot., I, 223). La misma idea en san Buenaventura: "Dios es caridad esencialmente y causalmente. Esencialmente porque en sí mismo es amor; causalmente porque produce en nosotros el amor", en In I Sent., d. 17, pars. 1, dub. 5, (ed. Quaracchi, I, 305).

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