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AUNQUE NO HUBIERA CIELO 373 -dotado de la máxima caridad posible- y el modo que la Gracia/Trinidad obra en su voluntad. En Jesús está la plenitud de la Divinidad, por el hecho de la unión hipostática. Pero, además, es indispensable poner en su voluntad el habitus de la caridad y en su mixima perfección, para que sus actos sean actos humanos, realmente libres y por ello meritorios, aceptados por la Trinidad para salvación del hombre. El resultado es que la voluntad humana de Cristo produce su acto con tanta libertad y domina su acto como mi voluntad ahora. Pues Dios no actúa en esta operación de la voluntad sino obra libremente la libertad humana de Cristo y se determina a sí misma a obrar·í 9 _ Podemos recordar aquí un principio de índole general, pero que tiene aplica- ción al tema del quietismo, que dice que Dios lo hace todo en nosotros sin noso– tros. Reconoce Escoto que Dios, como agente perfecto, por su omnipotencia, podría remover del hombre las imperfecciones y llevarle en un instante a la perfección. Sin embargo, aunque podría hacerlo de potencia absoluta, con todo es más perfecto comunicar a la criatura actividad propia en orden a su perfección, que no comunicarla. Puede el hombre tener actividad en orden a su perfección, luego es más perfecto comunicarle dicha actividad 5 º. 3. Pesimismo antropológico domina de los quietistas Finalmente, un radical pesimismo antropológico domina a los quietistas del sigo XVII. Parece desarrollarse, en este punto bajo la consigna de san Agustín: amor de Dios hasta el, desprecio de sí mismo; amor a sí mismo, hasta el desprecio de Dios 51 • Nunca supieron ni quisieron reconciliar ambos amores. Lutero habla del espíritu humano que, a consecuencia del pecado original, está totalmente en– corvado sobre sí mismo, dominado por el egoismo radical e insuperable (animus recurvus in se). En todas sus actividades está dominado por un secreto e insupe– rable "odium Dei". En tiempo de Fenelón los jansenistas mantenían, aunque algo mitigada, la tesis luterana. Para Fenelón este egoísmo radical no es formalmente ' 9 Ord., III, d. 17, q. un., n. 17, (ed. Seor., IX, 570; 563-571 ). 50 Ord., I, pro!., pars I, q. un., n. 50, (ed. Seor., I, 30). Ver texto complementario en nota 47. 51 "En conjunto, la espiritualidad francesa del siglo XVII está dominada por la idea agusti– niana del amor de Dios hasta el desprecio de sí. El pensamiento feneloniano constituye un fino análisis de esta acción (actividad) fundamental del hombre, en M. Elron Bulnes, Amor y refle– xión, 60 (ver nota 15).

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