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AUNQUE NO HUBIERA CIELO 371 Los defensores del amor puro intentarían evadir la fuerza de esta afirmación escotista al decir que las almas situadas en este más alto estado de perfección de la caridad, experimentan una inmediata presencia e influencia la Divinidad que opera "del alma en el más profundo centro", como diría san Juan de la Cruz. Si bien él mismo es reiterativo en seíí.alar que existe siempre un "velo" que impide el encuentro definitivo. Dicen los comentaristas que Fenelón parte de las experien– cias y vivencias individuales de Mme. Guyon: del "caso Guyon". A cuyo servicio puso su inteligencia y su saber teológico, ambos eminentes. Mientras que Escoto habla a nivel de lo que es sustantivo, esencial y universal en el ejercicio de la cari– dad. No entra en casuística. Los "casos" aducidos implican otra impostación del tema del todo distinta a la realizada por Escoto. En otro texto, apoyado también en la autoridad de san AgustÍn y de Pedro Lombardo, afirma que no estamos obligados a cumplirlo, ni podemos cumplirlo plenamente en el estado de viadores, sino sólo en la patria' 6 • Y aúade una explica– ción: para cumplir perfectamente el mandato se requiere que se cumpla al máximo tanto en sentido extensivo como intensivo. En sentido extensivo quiere decir en relación a otros posibles objetos de amor, como pueden ser los seres creados. El sentido intensivo sí se ve posible que un cristiano ame más a Dios que a todas y cada una de las criaturas. En el fondo del alma. Pero en relación a la intensidad afectiva y experimental, dice Escoto que en estado actual no puede haber tanta concentración de fuerzas que pueden impedir las fuerzas contrarias. Las fuerzas de la parte inferior impiden esta concentración necesaria en la parte superior. Pues en este sentido de intensidad y fervor, puede un cristiano pensar que ama más a una criatura (por ejemplo a los padres), que a Dios. Afirmación primordial del quietismo, explícita en Molinos y virtual en Fene– lón, es esta: "La actividad natural es enemiga de la gracia e impide la acción de Dios y la verdadera perfección. Pues Dios quiere operar en nosotros sin nosotros" (DS 2204). Examinamos esta propuesta básica en el quietismo, desde la perspectiva de la teología escotista. El Doctor Sutil, dentro de los grandes teólogos católicos, es sin duda el gran teólogo de la libertad, tanto en Dios como en el hombre. Por eso, nada más fron– talmente opuesto a un teólogo como Escoto que el afirmar que, para llegar a la auténtica perfección espiritual, sea necesario eliminar la actividad natural de lavo– luntad, dejarla como sedada, para que "Dios obra todo en nosotros sin nosotros". 16 Oxon., III, d. 27, q. un., (ed. Vives, XV, 372a).

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