BCCCAP00000000000000000000482

370 ALEJANDRO DE VILLAUvlONTE la actividad entera de su espíritu está como absorbida, anulada por la presencia e influencia de la Divinidad. El fenómeno del "quietismo" estaba virtualmente en los movimientos místi– cos surgidos siglos atrás. Pero nombre y la importancia pública sólo la logra a fina– les XVII. Por eso, no podernos hablar de un juicio directo del Doctor Sutil sobre el mismo. Pero sí tenemos textos de Escoto en los que el quietismo del siglo XVII está ya virtualmente fuera de lugar. En páginas anteriores tenemos elementos suficientes para rechazar cualquier aproximación de la doctrina de Escoto sobre la caridad, al quietismo de Fenelón+ 1 • Pero podemos completar la exposición con nuevos datos. l. Amar a Dios sobre todas las cosas El estado de vida que propone Fenelón se basa, entre otros, en este presu– puesto: la última perfección de la vida cristiana, el mandamiento de amar a Dios con el sumo amor, se puede cumplir y se cumple sólo en el estado de vida contem– plativa. Aunque Escoto no trató expresamente el tema, pero es de interés recordar la interpretación que él hace del primer mandamiento. Dice Escoto que este mandamiento -en su vertiente negativa- obliga a no hacer nada contrario a lo que él manda. En sentido positivo, obliga a que se cum– pla con él de tiempo en tiempo. Hay obligación de hacer acto de amor a Dios según la oportunidad, como en el caso del amor a los padres. Sigue opinión de Pe– dro Lombardo: que no podemos cumplir este precepto en el estado de viadores. Por que no tenernos visión de la esencia divina y sin tener tal visión no se puede tener un acto de amor en su máxima intensidad y puridad. Por eso, no es posible el amar a Dios sobre todas las cosas, de todo corazón en el estado de viadores-' 5 -í-, Ver los textos citados antes, sobre motivos secundarios, notas 26-29. Lect., III, q. 27, q. un., (ed. Seor., XXI, 208). -,s Lect., III, q, 27, q. un., n. 56-59, (ed. Seor., XXI, 215). Similar explicación en Oxon., III, d_ 27, q. un., (ed. Vives, XV, 371-372). La perfeccion del amor en la voluntad depende delco– nocimiento que el entendimiento le proponga. Y como el cristino viador vive en la fe y no en la vision clara de Dios, la voluntad no puede amarlo con toda la perfeccion de que es posible. Ade– más, el cristiano viador que en la esperanza y mientras esta subsista desea a Dios y lo ama, pero con amor de conveniencia, de concupiscencia. Los quietistas dirán que, efectivamente, ellos go– zan de una presencia de Dios similar a la de los bienaventurados. El teologo podrá discutir la realidad objetiva de tal afirmacion. Ver también al teologo místico Juan de la Cruz en Llama de t1mor uiot1.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz