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AUNQUE NO HUBIERA CIELO 369 teología tiene el hábito de la ciencia teológica, pero no se dice que el ser teólogo sea un "estado". La palabra "estado" tiene, pues, significados diversos, que hay que concretar en cada contexto En Fenelón tiene un significado específico que no tiene en otros usuarios de la misma palabra. Esto se ve claro con la mera lectura de las proposiciones reprobadas por el Magisterio. Un estudioso del quietismo des– cribe/ define tal "estado" con estas palabras: El ethos específico del quietismo se basa en la invocación universal a una espiritua– lidad fundada exclusivamente en la contemplación de la Divinidad en sí misma, no diferenciada interiormente, liberada de la reflexión los sentimientos y las imagina– ciones, contemplación desinteresada e ininterrumpida. Bajo el supuesto de que seme– jante contemplación lleva consigo la destrucción previa de la propia voluntad y del conocimiento de sí mismo y de que es en su totalidad obra de la gracia, que llena enteramente el vacío dejado por la destrucción del "yo" y que, al paralizar la libre disposición de las facultades inferiores del hombre ( el cuerpo y la parte animal del alma) se convierte en poseedor soberano de su parte espiritual,¡'. Leída esta descripción del estado del que hablan los quietistas, es inevitable decir que la acusación de que la teología de la caridad de Escoto (y Suárez) favorece el quietismo, sólo pudo surgir allí donde tal doctrina y la doctrina específica del quietismo, han sido mal entendidas. IV El quietisrno ,mte !ti teología escotista de la rnridad En términos generales se puede afirmar que un cierta "propensión quietista" aparece inseparable de los místicos de todas las religiones y de todos los tiempos. Los místicos hindúes, judíos, islámicos, cristianos buscan la unión íntima con la Divinidad lograda, dicen, en el conocimiento, en el amor o en ambos a la vez, según preferencias. En este empeño por lograr la unión y hasta inmersión en Dios, surge siempre el peligro de que el místico crea experimentar, y así lo proclama, que ➔J L. Kolakowski, Cristianos sin Iglesia. Lz conciencia religios,z _y el vínculo confesional en el siglo XVII, Madrid, 1982, 337. Y especialmente el capítulo titulado "La mística condenada. El quietismo", 355-379. Otros escritos sobre el quietismo más accesibles a la mayoría de los lecto– res, S.M. Ramírez, Lz esencia de la caridad, 183-325. No es estudio de especialista, pero para nosotros tiene la ventaja de que encuadra la referencia al quietismo -por lo demás amplia y do– cumentada- dentro de un estudio teológico sobre "La esencia de la caridad" (según santo Tomás) L. Kolakowski, 0úetismus, en The Enciclopedia ofReligion, New York 1986, 153-155; "Quié– tisme", en Dictionnaire de Spiritualité, t. XII, 2756-2842. Otros estudios en nota 15,
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