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AUNQUE NO HUBIERA CIELO 367 En la acusación que Ramírez hace a la doctrina de Escoto sobre la esencia de la caridad tiene a la vista, sin duda, el caso Fenelón. Porque la enseñanza de Fenelón sobre la esencia / el objeto formal de la caridad, coincide, básicamente, con la de Escoto. Y, en realidad, sólo dentro de ella cabe la posibilidad / realidad del "amor puro". Esta afirmación es cierta en sus dos partes. Ramírez niega la posi– bilidad y racionabilidad del "amor puro". Porque, según él, en la esencia de la caridad, dentro de su objeto formal, incluye necesariamente el amor a Dios como nuestro Beatificador. Por eso, ningún acto de amor a Dios puede brotar "puro / limpio" de esta referencia a la propia beatitud, a la propia conveniencia (ajfectio commodi), que diría Escoto. La discusión sobre el "amor puro" pudiera ser tachada discusión abstracta, porque el cristiano viador no puede evitar el obrar a impulso de la esperanza teoló– gica. Y la esperanza, como insiste Escoto es, por definición, amor de conveniencia (ajfectio commodi). Pero la sutileza de los defensores del amor puro Q.-P. Camus) todavía encontíÓ una respuesta: el justo, en su empeño por amar puramente a Dios, espera y desea el cielo para amar más a Dios, desinteresándose por la felici– dad personal que lo acompaña. Puede esperar sin desear nada para sí: con esperan– za generosa, viva que espera en Dios por Dios. No con esperanza vulgar mercena– ria, interesada por la propia autorrealización / autoperfeccionamiento y propia felicidad'º. En la amistad humana, se puede mantener e intensificar la amistad sin desear nuevos favores del amigo. Para Ramírez, ni siquiera como acto aislado es admisible el "amor puro". Porque, argumenta él, si se da un acto, parece obvio decir que la repetición de actos producirá el hábito correspondiente. Y todo hábito, natural o sobrenatural, por definición, ha de ser algo estable, permanente. Por tanto constituye un estado en el sujeto... Pero de esta posición se sigue necesariamente, como conclusión, la primera proposición de Fenelón condenada por la Iglesia: se da un habitual estado de amor de Dios que es pura caridad, sin mezcla alguna de motivo de interés propio.¡ 1 • La argumentación de Ramírez me parece defectuosa. No tiene motivo serio para negar que pueda darse un acto aislado de amor puro, con los condiciona- .,o Ver: G. Joppin, Une querelle ,111tour de l:vnour pur, 52-56. Se puede comparar con el texto de Escoto en nora 34. " 1 S.M. Ramírez, Ltl esencitl de la wriclad, 272-273. Ramírez asume un argumento de J. Ribas, teólogo tomista del siglo XVIII.

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