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366 ALEJANDRO DE VILLALMONTE 111. Teología escotisttZ de la caridad y Lz polémiw del amorpuro El terna del "amor puro", tanto en su expresión gramatical corno en su conte– nido conceptual, tenía siglos de vigencia antes de que los obispos Fenelón y Bossuet le colmaran de publicidad y de problemas nuevos y complicados. Ya hemos indicado el motivo por el que, estudiando la teología de la caridad en Escoto, hemos llegado a hablar de la polémica sobre el amor puro. En Escoto no ocurre esta fórmula estereotipada "amor puro': Pero sí uriliza la fórmula "amor casto" que significa exactamente lo mismo y era tradicional, desde san Agustín y san Bernardo. La expresión "amor puro" era utilizada para designar el acto de amar a Dios limpio de todo amor a sí mismo. Incluso del que va solapa– do en el deseo de felicidad personal. Lo expresaba con nitidez un texto antiguo que, traduciendo al latín el soneto No me mueve, mi Dios, interpreta: "Non ,zmo te ut salves me: no te amo para que me salves". Según Escoto, todo acto de amor a Dios que el justo ejerce, es siempre y por definición, un acto de "amor puro" en su neta esencialidad. Pues ama a Dios, por su infinita amabilidad, antes y con independencia de que sea Bueno para él. Pero, recuerda Escoto y es obvio, que el amor hacia Dios se puede ejercer en forma re– misa, intensa, muy intensa, perfectísima en el cielo. El más y el menos no cambian la especie. En cada uno de estos grados el amor hacia Dios es, de suyo y siempre, "amor puro: amor de justicia, de benevolencia, desinteresado, de gratuidad, de liberalidad". En la polémica Fenelón-Bossuet parece había consenso en que un hombre justo puede poner un acto puntual, aislado de "amor puro". Se discutía la posibili– dad/ realidad de un "estado" de amor puro, corno el descrito por Fenelón. El acto aislado, podría homologarse con el "toque" (que es siempre un acto fugaz) de sustan– cia a sustancia, que describe san Juan de la Cruz en "Llama amor viva", o con el "rapto" de Pablo al tercer cielo (2 Cor 12, 2). Es indudable que Dios pueda conce– der este carisma a un cristiano. También puede aceptarse que un cristiano, en deter– minados momentos de intensa vida religiosa, pueda sentir y decir con verdad, "aunque no hubiera cielo, yo te amara". Lo que dio lugar a la polémica y repulsa fue el que ocurra un estado de amor puro con las características que Fenelón describe. La enseñanza de Escoto sobre la esencia de la caridad propicia la posibilidad de actos de "amor puro", en las circunstancias concretas antes señaladas. Apoyán– dose en este hecho hemos visto cómo Ramírez acusa a Escoto de abrir el camino al quietismo de corte feneloniano.
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