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366 ALEJANDRO DE VILLALMONTE 46 tura se nos da a conocer por medio de Cristo, como Cristo mismo se nos "revela" en la obra de la rndención del género humano. Por con– siguiente, sin perder la dirección teocéntrica inicial y fundamental, Alejandro de Hales entiende que Dios mismo sólo en Cristo se revela. Y que el hecho de revelarse en Cristo, afecta sustancialment a nues– tra teología de viadores en forma tal, que Cristo se constituye El mis– mo en sujeto de nuestra teología determinando y especificando el mo– do concreto como Dios se nos da a conocer. En san ALBERm MAGNO, todavía Cristo, corno sujeto ele la teolo– gía, conserva un puesto destacado. El sujeto principal es Dios; y por eso se llama esta ciencia "teología": su intento principal es conocer a Dios. Pero también, bajo otro aspecto, puede señalarse como suje– to el Cristo total, porque todo lo que se estudia en esta ciencia tiene también una ordenación a explicamos el misterio de Cristo y de la Iglesia 98 • SANTO To~1Ás y DuNs EsooTo creyeron encontrar razones suficien– tes para desatender toda orientación cristocéntrica de la teología. La ciencia sagrada es centrada, decidida y exclusivamente, en torno a la "ratio deítatis"; sin que el hecho de ser Cristo Mediador y Centro de la re,·elación, según la Biblia, influya en forma apreciable, en el mo– do cómo la "ratio Deitatis" haya de ser propuesta a nosotros. La acti– tud d0 estos dos grandes maestros, fué decisiva en este problema. Ni el tomismo ni el escotismo posteriores, volvieron a tener en cuenta la tradición antigua sobre Cristo como sujeto de la teología. Santo Tomás conocía la opinión de algunos que señalaban al Cris– to total como sujeto de la ciencia sagrada. Pero él no conoce ningún otro sujeto de la teología sino Dios: porque todo lo que se trata en es– ta ciencia se trata bajo la razón formal de Dios. Jesucristo, las obras de reparación, la Iglesia, entran también en la ciencia sagrada, "pero en cuanto se refieren a Dios" 99 • Es decir, todas esas cosas, ocupan un puesto más o menos importante en el objeto material de la teología; pero el Angélico no les da importancia cuando se trata de determinar el sujeto propiamente dicho (objeto formal). Para nuestro caso, la teología no es de tal naturaleza e importancia que llegue a modificar 98. ALBERTO MAGNO, Summa Theo!o[Iiae, P. l. tract. q. 3, membr. 1; ed solutio: ed Borgnet (París, 1895) vol. 31, pg._ 13a, 146-15. 99. Summa Theo!og. I, q. 1, art. 7, resp.

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