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8 P. SOBRADiLLO lo tanto, tú, en calidad de legislador, después de haber es– cogido entre las mujeres como has hecho con los hombres, los aparejarás, en cuanto ello sea posible, según sus ca– racteres» (1 ). Y habiendo hecho alusión a la selección que se suele hacer en los animales para obtener ejemplares de pura raza, añade: «Es preciso, según nuestros principios, que las relaciones de los sujetos selectos de entre ambos sexos sean frecuentísimas, y muy raras las de los sujetos inferiores. Además, es necesario criar a los hijos de los pri– meros, y no a los de los segundos, si querernos que no de– genere el rebaño. Por otra parte, todas estas medidas sólo deben ser conocidas" de los magistrados; otra cosa equival– dría a exponer el rebaño a discordias... Llevarán a la cuna común a los hijos de los súbditos selectos, y los confiarán a nodrizas que habitarán en un barrio apartado del resto de la ciudad. En cuanto a los hijos de los súbditos ínferio– res, así como aquellos de los demás que tengan alguna deformidad, serán ocultados, como conviene, en algún se– creto paraje que estará prohibido revelar» (2). 4) ARISTÓTELES. También en la Política de Aristóteles encontramos medidas eugénicas. En primer lugar Aristó– teles desaprueba los matrimonios precoces. «Se observa– dice-que en todas las especies animales, los producidos por individuos jóvenes son débiles, imperfectos y de poca talla, ordinariamente del sexo femenino: es natural deducir que debe pasar lo mismo en la especie humana. La prueba (1) PLATÓN, l. c., pág. 172. (2) PLATÓN, l. c., págs. 174-175.

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