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EPILOGO A raíz de haber publicado en 1934 nuestra trad m:ciún espa- 11.ola del folleto del Dr. Clément, Los Derechos del Niíío an– tes de nacer, una persona que sólo nos conocía por la lectura de dicha traducción nos escribió una carta consultándonos nuestro parecer sobre su proyectado matrimonio; se trataba de una joven enferma, a quien médicos y confesores la <lis1rndían de sus proyectos matrimoniales por las fataks c,rn:;ectwncic1s que podrLm orí~;inarse. Dadc1s las circunstancias en que se en– contraba la joven, le manifestamos nuestro parecer de que po– día contraer matrimonio, sirmpre que su pretendknte estuvie;-a en todos los antel".edentcs de su enfermedad. Pasaron varios aüos, sin volver a tener más noticias de dich,1 joven. Este verano al pasar por cierta ciudad, se nos presentó una madre de familia con 4 hijos, sanos y robustos. «Soy aque– lla joven enferma-nos dijo-que solicitó su parecer acerca de su proyectado matrimonio. Estos 4 hijos que Vd. ve tan hermo– mosos son la respuesta a las predicciones de los que me disua– dían de casarme,,. Y aludiendo al Epílogo que se lee en la tra– ducción del folleto mencionado, aüadió: «Mi caso puede también servirle de Epílogo para otra publicación,,. Aceptamos la proposición y la cumplimos en esta publi– cación. Y terminamos, resumiendo las principales conclusiones: 1. Los enfermos de suyo son aptos para contraer matri– monio. 11

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