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148 P. SOBRADILLO como un célebre médico: donde no hay con qué alimentar 10 hijos hay siempre con qué alimentar un undécimo si llega el caso?» (1). Sabido es, además, que muchos grandes hombres que incluso hoy ocupan elevados puestos, a los que han llega - do por su trabajo y honradez, han salido precisamente de las clases más humildes. Lo que debe hacer el Estado para combatir la miseria social es llevar a la práctica las mejoras pedidas por los últimos Papas para las clases humildes, instituyendo o aumentando los salarios familiares (2). Que no piense ningún Estado remediar la miseria social poniendo trabas a la transmisión de la vida, pues esto sería contra sus propios intereses, ya que, como lo prueban las circunstan– cias presentes, el mayor capital de una nación lo consti– tuye el mayor número de hijos. Ahora bien, está compro– bado que, por regla general, e] mayor contingente de vidas lo suministran las fami1ías pobres y humildes, sobre todo rurales, ya sea porque esas familias son más prolífi– cas (3), o también, que es la verdadera causa, porque conservan la integridad moral de las costumbres cris– tianas. (1) MLIRET, L c., púg. 6. (2) Véase la Encíclica «Rerum novarum» de León XIII, del 15 de ma– y0 de 1891, acerca de los salarios familiares, en Colección de Encíclicas y Cartas Pontificias, pág. 441 y ss. y la Encíclica «Casti conubií» de Pío XI, del 31 de diciembre de 1930, en l. c., pág. 735 y ss. (3) MEDINA, Herencia y Eugenesia, Burgos, 1932, págs. 127-28.
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