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146 P. SOBRADILLO res concesiones, resulta muy raro el contagio de la tuber– culosis entre cónyuges» (1); y un poco después añadía: "El esposo de un tísico puede prodigar al enfermo los más atentos cuidados sin estar continuamente temblando por su propia vida, con sólo observar algunas precauciones higiénicas banales» (2). Y terminaba la conferencia, for– mulando estas dos conclusiones: a) «La frecuencia de la tuberculosis entre los esposos de los tuberculosos resulta por término medio algo más elevada de 1a que se observa rntre individuos de edad semejante, del mismo país, en idéntica época y sometidos a condiciones económicas iguales»; b) «más del 90 por 100 de esposos tuberculosos continúan indemnes de tuberculosis» (3). 3) Impedil' la transmisión de enfermedades a la <les– cendencia.-Nada tenernos que añadir aquí a lo dicho al evalorar el argumento eugénico acerca del incumplimien– to de las leyes de la herencia. Sólo queremos aducir el testimonio del citado Dr. Clé– ment acerca de la transmisión de la tuberculosis a la des– éendencia: «El hijo de una tuberculosa-dice-, si no nace antes de tiempo, y cuando no presenta la distrofia propia de los nacidos prematuros, contrariamente a una opinión muy común, no es una víctima forzosamente condenada a muerte más o menos temprana; no es un tuberculoso, (1) NAVARRO BLAsco, La tuherc11losis conyu,gal (contagio y matri– monio), conferencia publicada en Genética, Eugenesia y Pedagogía sexual (Libro de Las Primeras Jornadas E11_(fénicas Espaiiolas), tom. 11, página 76. (2) NAVARRO BLAsco, l. c., pág. 79. (3 NAVARRO BLAsco, l. c., pág. 81.
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