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142 P. SOBRADILLO biológico, prescindiendo de otras razones de orden supe– rior y que ya hemos expuesto anteriormente (1). Añádase a esto el que, según parecer de los mismos biólogos, las razas en vez de ir degenerando se regeneran: «Ha podido comprobarse-dice Vallejo Nágera-que las razas taradas tienden espontáneamente a la regeneración, evitando así sabiamente la Naturaleza que la especie hu– mana se degrade profundamente en el transcurso de los siglos, particularmente si se trata de razas en que se ha– yan multiplicado las taras, como sucede en Europa» (2). El mismo autor afirma: "Es un hecho indiscutible, obser– vado en centenares de generaciones, que existe una ten– dencia natural y espontánea a la regeneración de la es– pecie» (3). Del mismo sentir es el Profesor Banola que afirma que « las estadísticas demuestran de un modo claro la tendencia regenerativa de la raza» (4). Por otra parte la Historia viene a desmentir los postu– lados de los eugenistas, ya que grandes genios descienden precisamente de esa clase de enfermos que se quiere eli– minar: Beethoven era sordo e hijo de un alcohólico, Goethe pertenecía a una familia completamente degenerada, pues su padre era maniático y su hermana y su hijo esta- (1) Acerca de la ignorancia de las leyes de la herencia, d. también VALLEJO NAGERA, La Asexzwlizacic\n de los P.,icópatas, Madrid, 1934, pá– gina 49 y ss.; MuÑOYERRO, l. c., pág. 170, n. 112. (2) VALL!'Jº NAGERA, Política !<.acial del N11rvo Estado, San Sebas– tián, 1938, pág. 70. (3) VALLEJO NAGERA, E11Jzenesia d2 la Hispanidad, Burgos, 1937, pá– gina 43. (4) Véase en La Visita prematrimoniale nell'inchir>sta del «Resto del Carlina", Bologna, 1927, pág. 69.
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