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140 P. SOBRADILLO que podamos asignar a determinados grupos de anomalías o enfermedades el carácter de transmisión fatal, que haría a los que las padecen sujetos a propósito para tomar me– didas de eugenesia» (1 ); y cita el testimonio de Vervaeck que afirma: «En general diagnosticar acerca de la proba– bilidad grande, cuando no de la fatal transmisión familiar de las taras peligrosas que caracterizan a ciertos grupos de enfermos y anormales, será difícil y aun imposible. Las razones son complicadas: incertidumbre de las leyes hereditarias en el hombre; posible estado latente de tendencias peligrosas en la descendencia directa y proba– bilidades en su desaparición en las sucesivas generacio– nes bajo la influencia de uniones convenientes, sobriedad, vida higiénica y una reeducación moral o pedagógica apropiada, ayudada de una terapéutica eficaz. En fin, será de no escasa dificultad distinguir en un sujeto anormal o enfermo si las lacras o tendencias peligrosas que presenta son de origen hereditario, si se deben a las blastotoxias o si son consecuencia de enfermedades o infecciones con– traídas en los primeros años» (2). Los mismos eugenistas confiesan esta ignorancia de las leyes de herencia. Perrier se lamenta de que «desgra– ciadamente poco sabernos acerca de la herencia» (3). Schreiber dice que «las leyes capitales de la herencia for– muladas por Naudin, por Pearson y por el monje austriaco (1) ÜUCHTENEERE, l. c., pág. 80. (2) GucHTENEERE, l. c., págs. 81-RZ; Cf. también CLÉMENT, Contre l'Eclosion de la Vie, Bale et Fribourg, 1931, pág. 35 y SS. (3) PERRIER, Eugénique et Bíologique, conferencia publicada en el opúsculo Eugénique et Sélection, pág. 13.
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