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138 P. SOBRADILLO minarios, el 13 de abril de 1938, mandó que se refutaran por los Profesores de Universidades y Facultades católi– cas como insostenibles las siguientes proposiciones: « 1. Las razas humanas, por sus caracteres naturales e inmu– tables, de tal modo son diferentes, que la más humilde de entre ellas está más lejos de la más elevada, que de la es– pecie animal más alta. 2. Es necesario, por todos los medios, conservar y cultivar el vigor de la raza y la pure– za de la sangre: todo lo que conduce a este resultado, es, por lo mismo, honesto y permitido. 3. De la sangre, sede de los caracteres de la raza, como de su fuente principal, se derivan todas las cualidades intelectuales y morales del hombre. 4. El fm principal de la e<iucación es envolver los caracteres de la raza e inflamar los espíritus de un amor ardiente a la suya propia, como a bien supremo. 5. La re– ligión está sometida y debe adaptarse a la ley de la raza. 6. La fuente primera y la regla suprema de todo orden jurí– dico es el instinto racial» (1). Aterra sólo pensar en el antagonismo que se origina– ría entre las distintas razas, si la tesis racial prevaleciese, ya que, como confiesa un acérrimo defensor de las teorías eugénicas, Schreiber, «como el buho de la fábula, cada pueblo, cada raza, cada tribu, considera que sus hijos son los más hermosos y los que tienen mayor razón de existir» (2). (1) Véase en Razón y Fe, l. c., págs. 424-25. (2) ScHREIBER, Eugénique et Mariage, trabajo publicado en Eugéni– que et Selection, pág.170.

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