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134 P. SOBRADILLO para evitar la degeneración de la raza, ya que en ese su– puesto lo único que tendría valor en el hombre serían las cualidades físicas y la belleza corporal. Pero tenemos un alma inmortal con destinos eternos y sobrenaturales, destinos que nos recuerdan las palabras ya citadas de Pío XI: «Los hombres 110 se engendran princi– palmente para la tierra y el tiempo, sino para el cielo y la eternidad» (1). Por eso la perfección del hombre 110 se mi– de por sus cualidades físicas, por su talla, corpulencia, musculatura, belleza corporal, etc., que es lo único que se puede obtener por medio de la selección, sino que esa per– fección se mide por los valores espirituales, por la ciencia y la virtud, y estos valores pueden anidar en cuerpos en– fermos e incluso tarados: «El sistema más agotado pue– de llevar todavía un alma preciosa», según frase de Fórster (2). Y Gardonyi se attevió a afirmar: «Entre los representantes más destacados del pensar humano son más numerosos los de cuerpo débil, que los de cuerpo ro– busto» (3). Además, como dice el Dr. Bon, «todo cuerpo, por tarado que sea, es un ser que, desligado por la muer– te de sus dolencias terrenales, vivirá la vida eterna... Se– ría una total incomprensión de lo que es el sacramento del matrimonio, considerar primero los cuerpos y después las almas; cuando lo que debe hacerse es lo contrario» (4). (1) Véase a la pág.106. (2) Citado por TJHAMER Tóm, l. c., pág. 73. (3) Citado por TIHAMER Tóm, l. c., págs. 51-52. (4) BoN, Compendio de Medicina Católica, traducción de RIVERA y MoRET, Madrid, 1942, pág. 184.
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