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CERTIFICADO MEDICO PREMATfHMONIAL 111 de la madre. ¿Y quién ponderará estas cosas sin compa· decerse? ¿Quién no se admirará extraordinariamente al contemplar a una madre entregándose a una muerte casi segura, con fortaleza heroica, para conservar la vida del fruto de sus entrañas? Solamente uno, Dios, inmensamente rico y misericordioso, pagará sus sufrimientos, soporta– dos para cumplir como es debido el oficio de la naturale– za, y dará, ciertamente, medida, no sólo apretada sino colmada" (1). «Nos mueve a compasión-·prosigne di– ciendo-el estado ele la madre a quien amenaza, por razón del oficio natural, el peligro de perder la salud y aun la vida» (2). Pío XI sabh1 perfectamente que los engenistas «quisieran que se prohibiese por la pública autoridad contraer matrimonio a todos los que, según ]as normas y conjeturas de su ciencia, juzgan que habím1 de engendrar hijos defectuosos por razón de la transmisión hereditaria• (3). Sin embargo, después de todas esas con– sideraciones, reconoce a los enfermos el derecho natural de contraer matrimonio y declara que •ele ninguna mane– ra se puede permitir que a hombres, de suyo capaces clel matrimonio, se les considere gravemente culpables si le contraen, porque se conjetura que, aun empleando el ma- (1) Cf. .1kta Apostolicae Sedis, l. c., págs. 560-61; Colección de En– cíclicas y Cartas Pontificias, pág. 712. (2) Cf. Acta Apostolicae Sedis, l. c., págs. 562-63; Coleccicín ele En– cíclicas y Cartas Pontificias, pág. 714. (3) Cf. Acta Apostolicae Sedis, l. c., pág. 564; ( olección de Encícli– cas y Cartas Pontificias, pág. 715.

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