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CERTIFICADO :MEDICO PREMATRIMONIAL 109 formase y educase el pueblo en la Religi/;n y el culto drl verdadero Dios, y Salvador Nuestro Jesucri-.to (Catech. Roma. cap. VIII)» (1). Este mismo pensamiento repetía Pío XI en la Encíclica «Casti Connubii•: «Tengan por tan– to en cuenta los padres cristianos que no están destinados únicamente a la propagación y conservación del género humano en la tierra; más aún, ni siquiera a educar cual– quier clast de adoradores dd Dios verdadero, sino a in– jertar nueva descendencia en la Iglesia de Cristo, a pro– crear conciudadanos de Jo.,· Santos y domésticos de Dios (Ad Eph., II, 19), a fin de que crezca cada día el pueblo de– dicado al culto de Dios y de nuestro Salvador... A ellos toca ofrecer a la Iglesia sus propios hijos, a fin de que es– ta fecundísima madre de los hijos de Dios, los engendre de nuevo a la justicia sobrenatural por el agua del bautis– mo, y se hagan miembros vivos de Cristo, partícipes de la vida inmortal, y herederos, en fin, de la gloria eterna, que todos de corazón anhelamos» (2). De todo esto se deduce la altísima dignidad de los pa– dres cristianos: Dios no solamente los ha hecho coopera– dores suyos para transmitir la vida corporal, sino que les ha escogido también para que a su modo perpetuen la obra redentora de Cristo, creando hijos para la verdadera Iglesia. Y el valor de estos hijos no se mide por su esta– tura, por su belleza y salud corporal, sino por su belleza espiritual, belleza que se compagina con un cuerpo ende- (1) Colección de Encíclicas y Cartas Pontificias, págs. 565-66. (2) Colección de Encíclicas y Cartas Pontificias, pág. 698.
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