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104 P. SOBRA1'ILLO de la blenorragia, pero el fundamento de sus postulados tendría aplicación a todo enfermo infeccioso. Según Ferreres, les está prohibido a los sifilíticos por derecho natural y bajo pecado mortal: 1) contraer matri– monio; 2) si ya están casados, hacer uso del matrimonio, por lo menos sin avisar antes a la otra parte del peligro de contagio, y 3) entregar a nodrizas los hijos sifilíti– cos (1). Aún más: añade Ferreres que, según muchos y gravísimos médicos, los sifilíticos no deben contraer ma– trimonio, aunque parezca que están curados; que sólo los médicos más benignos les permiten contraer matrimonio, pasados dos o cuatro años después de que haya desapa– recido todo vestigio de la enfermedad (2). Estas mismas conclusiones aplica Ferreres a los que padecen blenorragia, a los c1!ales se les ha de prohibir el matrimonio, y si ya estuvieren casados no se les debe per– mitir el acto matrimonial, mientras no estén completamen– te curados (3). El fundamento de estas conclusiones es que el quinto mandamiento no sólo prohibe matar o mutilar injusta- (1) «Quare syphilide infecto non Jicet matrimonium confrahere. Si conjugatus est, ei non Jicet uti copula, saltero non monita comparte de periculo gravissimae infectionis; nec compars tenetur ei reddere debi– tum. Si filium syphiliticum habeat, non potest eum tradere nutrid Ja– ctandum, sed recurrendum cst ad Jactationem artificialem, ut supra di– ctum est. Haec omnia ei sub gravi prohibentur jure naturali», FEl!RE– RE.S, Compendium Theologiae Moralis, Barcinone, 1932, tom. !, pág. 313, n. 505. (2) FERRERES, J. c., n. 506. (3 «Etiam illis qui affecti sunt blenorrhagia (et si medicas audias, sunt multi) inlerdiccndum est rnatrimonium, et sí jam conjugati sunt, usus matrimonii, donec curatio perfecta plene comprobata sit•. FnRRE– Rl!S, J. c., pág. 314, n. 506, N. B.

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