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ENQUJRIDION DE DJiONTOLOGÍA MÉDICA dam integritate pudoreque ser– vando defunctae genetrici, vi– ventem natum aeternae morti addicere. Certe non modestia, non virtus, unde tantum profluit malum. Haec autem foetus ex– stractio de praegnantis defun– ctaeque alvo matris, quamvis pa– tefaciencla, ut diximus, ac per– suadenda sit, expresse tamen ca– vet prohibetque Sanctitas Sua, ne missionarii in casibus parti– cularibus se ingerant in <leman– danda sectione, multoque minus in ea peragenda. Sat proinde missionariis fuerit illis notitiam edidisse, curasseque ut ejus per– ficiendae rationem perdiscant, qui chirurgicis intenclunt, laici homines, tum vero, cum casus tulerit, ejusdem praxim ipsorum oneri ac muneri reliquisse ('.H). 45 rio a la razón y despiadado con– denar al niño vivo a la eterna muerte por el pretexto de con– servar una vana integridad y por el pudor de la madre difun– ta. Ciertamente que no es la mo– destia ni la virtud de donde se origina tanto mal. Pero aunque la extracción del feto del seno de la madre encinta y difunta se ha de hacer, como hemos dicho, y persuadir, sin embargo, Su Santidad expresamente previene y prohibe que los misioneros se metan a pedir en casos concre– tos la cesárea y mucho menos a ejecutarla e 11 os mismos. A los misioneros les basta el haber di– vulgado su conocimiento y pro– curar que aprendan a hacerla los cirujanos, hombres seglares, de suerte que, llegado el caso, quede a su cargo y oficio llevarla a la práctica. S. CONCRECACION DEL CONCILIO (Sutrina, 12 de julio de 1794) Bautismo del niño en el útero de la madre 32. Desperato j a m naturali partu Fortunatae Gioacchini, ad– vocatus est Chirurgus, ut puer– P era e periclitanti adjutricem praeberet manum. Foeti caput infixum ille deprehendit tra l'os– so J)'Ube ed il sagro. Tum ex aperto jam uteri ostio capitis verticem inspexit, che per quat– tro buonc dita traverse chiara– mente vedevasi scoperto da ogni membrana nel tratto della vagi– na. Incertus autem, vitalis ne Desesperando que Fortunata Gioacchini pudiera dar a luz por las vías naturales, fué llamado el cirujano para que ayudara a la parturienta ya en peligro. El encontró que la cabeza de la criatura estaba fija entre el pu– bis y el sacro. Abierta ya la boca del útero, vió el vértice de la ca– beza, que, a través de una aber– tura de más de cuatro dedos, se veía claramente desprovisto de toda membrana en el tracto va- (3-ll GAsPARRI: C. J. C. Fontes, tom. IV, pág. 116, núm. s:m.

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