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ESQUIHIDION DE DEONTOLOGÍA :':IÉDICA 105 nestidad; he ahí los esposos que buscan en él luz y asistencia, o mejor todavía, complicidad, porque creen que no pueden hallar otra solución u otro camino de sal"vación en los conflictos de la vida si no es la deliberada infracción de los vínculos y de los de– beres inherentes al uso de las relacimws matrimoniales. Intentarán 2ntonces hacer valer todos los argumentos o pretextos posibles mé– dicos, Pugenésicos, socialPs, morales para inducir al médico a dar un consejo o a procurar una ayuda que permita la satisfacción del instinto natural, pero privándoles de la posibilidad de alcanzar el fin de las fuerzas generadoras ele la vida. ¿Cómo podrá él permane– cer firme ante estos asaltos, si le falta a él mismo el conocimiento claro y la convicción personal de que Pl Creador mismo, por el bilm del género humano, ha ligaclo l:l uso voluntario de aquellas energías naturales a su finaliüad irnnanPnte con el vínculo indiso– lulile que no 11ermite ninguna relajación ni rotura? 93. La obligar,ión de rnar.ii -festm· ia vor(fad,-El octavo man– damiento tiene igualnwnte su puesto en la deontología m5dica. La mentira, scigún la ley moral, no se le 1wrmite a naciiP. Hay, sin embargo, casos en los que el médico, aunque se le l)regunte, no puP<le, mm no diciendo cosa positivanwnte falsa, manifestar clara– mente toda la vPnlacl, y especialmente cuando se sab(, que el en– fermo no tendría fuerza para soportarla. Pero hay otros casos en los q1w, sin duela alguna, tiene el deber de hablar claramc,nte; de– ber ante el <1ue debP ceder toda otra consideración médica y hu– manitarb. No PS lícito ilusionar al pnfrrmo o a los parientrs con falsa seguridad, con peligro ele compronwter ele este modo la sal– vación eterna del enfermo o el cumnlimil,nto de ohligacione8 dr justicia o ele caridacl. Sería un error quen!r justificar tal conducta l' rxplicarla con el pretexto ele cine el médico se expn,sa siempre del modo que cn~e más oportuno para Pl interés personal del en– fermo y c¡lw es culpa de los demás si toman sus palabras demasia– do al pie de la letra. 94, l:I f::CUi!'Ilfo prnf0sictml.-Entre los deberes que se deri– van del octavo manclamiento hay que enumerar también la obser– -vancia clel secreto profesional, que debe servir, y sirve, no sola– mente al interés privado, sino más todavía al provecho común. También en este campo pueden surgir conflictos entre el bien privado y el público, conflictos en los que a veces puede ser muy difícil medir y pesar justamente el pro y el contra entre las razo– nes para hablar y para callar. En esta perplejidad, el médico de conciencia pide a los principios fundamentales de la ética cristia– na las normas que le deben ayudar para proceder por el camino derecho. Estas realiclacles, mientras netamente afirman, sobre todo,

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