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175 - ?Sta compos1c1on, porque lo<los sabemos que muchas enfermeda<les ,deben su origen a ansiedadt's espirituales del alma, lo mismo que muchas enfermedades de espíritu no obe<lecen más que a trastornos corporales. Por eso el médico, que cura el cuerpo, dehe conocer bien las posibles repercusiones y reflejos que el alma pueda tener sobre el cuerpo. Y un médico que sólo conoce la parte somática, nunca podrá tener una visión completa de todo el compuesto. Ahora bien, las verdades que sólo atañen directamrnte al cuer– po, las podemos conocer por el estudio, por la observación cuo– tidiana; pero para las verdades que tocan al alma, a lo sobrena– tural, necesitamos de la antorcha de la fe, y esa antorcha la lleva encendida la Iglesia, iluminando nuestro camino con sus decisio– nes y cou sus normas. Salamanca, l de octubre <le 1946.
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