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-H7- t'ra pera{lo expeler el feto antes de que estuviera anima<lo. 2) Cuan– •<lo comenzaba a estar el feto animado. A.cerra <le estae cuestiones muehos se traslimitaron. Hubo al– gunos r1ue fueron de opinión ,de que expeler el feto inaninwdo no <·ra pecado alguno sino una eosa lícita, al meno,; cuando interve– man justas caubas, como era, por ejemplo, el peligro de <lifama– ción o incluso de muerte en que incurría una joven ·deshonrada. Y en cuanto al tiempo de la animación del feto, mientras que la corriente general seguía sosteniendo la sentencia de los antiguos escolásticos, o sea que a los cuarenta días en los hombres y a los ochenta <n las mujeres, alguno~ dijeron que el alma 110 se infun– {IÍa sino al nacer el niño. Estas dos opiniones, entre otras, fueron condenada~, por lo me– uos como eseaiHlalosas y perniciosas, por el Papa Inocencia XI el 4 ,de marzo de 1679, al condenar estas dos proposirione~: «Es lí– cito procurar el aborto antes d.e que sea múmado el feto, con d lin d•e que la joven encinta no sea mata<la o ü1fama<laJJ (34,). «Pa– rece probable c1nP todo feto mientras está en el útero carece <le alma racional y eomienza a tenerla al nacer; por con~iguif.nte en el aborto no se comete homicidio)) (:35). 3) En el si¡du XVIII. Tres cuestiones fueron objeto de las <lecisione~ pontificias: la operación cesárea, el bautismo en útero y la obligaeión <le la Cua– resma en tiempo de enfermedad. a) Operación cesárea en la madre muerta. - En la IgJwsia ¡;¡empre existió la práctica <le hacer dicha operación al morir la madre eneinta. Santo Tomás <le Aquino (1226-127-i), en m Suma Teológica enseñó : «Si una madre, teniendo prole viva en. e1 útero, /mrriese, ~1ebe ser abierta, a fin de que el niño sea bautiza•<lm) (36). San Ramún "ºnato (1200-12,t0), entre otros, fu{, a~í l'alvado de la (34) DENZINGEII : E11chridio11 Symbolor11tn el Defi11itio1111111. Frilrnrgi Bri,– goviae, 1937, núm. 1.13-!. (35) DE!'!ZJ?,GE\l: l. c., núm. l.125. (36'! Swnma Theologica, III, q. 68, art. 11 ad 3.