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..¡ Mis treinta y cin co años de Misión en la Al ta Eti opía ---~------ bi ernos de Europa y otros nubles personajes , de quien es esperaba ayuda para el mejoramiento de su Misión. Por otra parte, no Célrece de interés; pues además de la amenidad que rebosan sus descripciones, y de la hil aridad, gusto y satisfacción que suscitan muchos de sus episodios (tan to que si no fuera por la f e que se merece la autoridad acreditada del historiador, creeríamos se trataba de 11na novela, en la que campeaba la inventiva más aguda que darse puede), ofréce11os tanta riqueza y originalidad de datos historicos, geógráficos y climatológicos de aquellos países, q11e son muy de estimar para cuantos se precian de eruditos y ansían reu11ir 1mteri ales para tejer la histori a completa de aquellas lejanas tierras. No me juzguen por tanto mis lecto– res imprev isor ni preocupado por cosas fútil es o de poca monta, porque haya empleado mis ratos de ocio en traducir una obrn, que quizás no la lea nadie; au11que así fuera, merecía la pena de hallarse vertid11 a n11es– tra lengua esta obra, que puede contribuir a la propagación y exa ltaci ón de la fama de santidad de su au tor, y así apresu rar su elevac ión a los al – ta res. honor éd que le hacen acreedor sus heroicas y singul ares virtudes . En b traducción he querido más bien atenerme casi siempre a la lite– ra l , si .:suiendo paso a paso el pensamiento original y aun la expresión por temo r de no reflejar bien al vivo la idea que el au tor inten t aba expresar. Bueno hubier:=i si do dar mayor sol tura al leng11aje y viveza a la expre– sión ; pero perdería así en el encan to y sencillez del abuelito, que fami – li .mnente y za parrastrando va con tándonos sus peripecias y vicisitudes . recogiendo con vacilante memori a los episodios y anécdotas de su azarn– sn vida, unas veces graciosas y deleitables , y otras desagradables y re– p11lsivas, ora ed ificantes y conmovedoras, ora odiosas y repugnantes . De todo apélrece muestra en esta interesante relación; pero también sobre– nada siempre la exquisita prudencia del histori ador para no herir los no– bles y delicados sentimientos de sus lectores. En cuanto a la escritura de nombres propios , ya de personas y a de puebl os y territorios, he procurado seguir la ortografía castell ana, evi– tundo la reduplicación de letras poco usada en nuestra lengua. Por último, como para la mayoría de los lectores será desconoci da la personalidad del Cardenal M assaia , pongo aquí una brevísin-,a reseña de su vi da , at eniéndome casi únicamente a los datos históricos que de él nos da el «A na lecta O . M. C .» en la memoria necrológica que publi có . EL CARDENAL MASSAIA SUS PRIMEROS AÑOS El eminentísimo Príncipe de la Iglesia , Ca rdenal F. Guillermo Mas– saia nació en Piová, poblaci ón de la diócesis de Casal en la provincia de Asti, el día 9 de Julio de 1809, de honesta y acaudalada fami lia. Recibió las aguas bautismales con el nombre de Lorenzo, y pasó el t iempo de la infancia en su pueblo natal al lado de sus padres; pero, m11y joven aun, fué llevado a la ciudad de Asti por un hermano suyo, ca nónigo Chantre de la catedral, bajo cuya dirección aprendió las primeras letras. Muerto

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