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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 31 En la segunda quincena de Julio llegó al Cairo el P. Felicísimo de Cor– temilia, destinado como tercer compañero mío en la misión. Traía noti– cias muy consoladoras acerca de la elección del nuevo Papa, acaecida al tercer día de Cónclave en la persona del Cardenal Mastai, que tomó e l nombre de Pío IX. Para celebrar tan fausto acontecimiento se hab ían hecho grandes funciones en Roma y en toda Italia; pero se susurraba que el partido liberal rodeabd al nuevo Papa , adulándole con fie,,tas extrn– ordinarias y constantes ovaciones para inducirle tal vez más fácilmente a una general amnistía y arrancarle alguna reforma política. Ese mismo eco repercutía ya en el Egipto, y los allí emigrados comenzaban a agi – tarse y querían a toda costa volverse a su patria. 10. Regalo del difunto Papa.-Una noticia muy consoladora , que me hizo saltar las lágrimas de alegría, traíame mi nuevo compaiiero. E l Padre Santo, Gregario XVI, antes de morir se había acordado de mí , último obispo elegido por él, y me había dejado en testamento cierta suma de dinero, que los testamentarios me enviaban por el mismo P. Fe · licísimo. ¿Qué vínculos me ligaban al difunto Papa? ¿qué obligación tenín él para conmigo? No lo vi más que dos veces y las entrevistas habían sido muy breves, y, sobre todo la últim8, de poquísimas y contadas pa– labras. ¡Oh, qué gran corazón era el de Gregario XVI! ¡qué ardiente era su celo po r el bien de la Iglesia y de las almas ! 11. Orden de la Propaganda para trasladarme a JV!assawah.– Una carta que me traía el P. Felicísimo de la S agrada Congregación de Propaganda, vino a zanjar por completo la cuestión de mi viaje; pues en ella se me daba orden de partir directamente a Massaw::ih, para ir des– pués al Tigré, reino situado al norte de Abisinia, donde me n ecesitab2 el Sr. De Jacobis, Prefecto de aq uell a misión. Escribí , pues, al có11sul Cerruti. que no podía irme por el camino del Nilo, porque h::ibía recibido órdenes superiores de seguir el de Suez y el IT,a r Rojo hasta Massawah. Escribí también al cónsul general francés y al Sr. Delegado , anun cián– doles mi próxima partid11 para Suez, y rogándoles al mismo tiempo me obtuviesen del Gobierno las recomendaciones necesarias, tanto para la travesía del desierto como para el gobernador de Suez y el vicecónsul fran cés de aquel lugar. 12. Oposición del Sr. Vallieri .1/ su fin desgraciado.-El Sr. Va– lli eri, que se encontraba ya en el Cairo, cuando supo la orden de la Propaganda y nuestra firme resoluci ón de cumplirla. se desconcertó, y con muestras de enfado y resentimi ento escribió al Sr. Cerruti. pero todo fué inútil. Luego me dijo que había hecho ya algunos gastos a nues– tra cuenta, a lo que contesté que me presentase la nota y los satisfaría. Parece indudable que el tal seiior, harto astuto y sagaz, trataba de hacer su viaje a costa nuestra y conclui r con lo poco que llevábamos. Confir– mólo después su trági co y desgraciado fin. Después de nuestra salida para el mar Rojo, partió también él para Kartúm en calidad de agente consular de Cerdeña . Pero dos aiios más tarde tuvo alguna cuestión con el Gobierno de Egipto, y buscado por la policía (de acuerdo con el cón– sul general) el Sr. Vallieri se encerró en su casa . propiedad de la misión lazarista. y armado y pro\·isto de municiones pudo hacer resistencia por espacio de dos días, al cabo de los cuales. falto de aquéllas y previendo

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