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22 Mis treinta y cinco afias de Misión en la Al.a Etiopía cual los interpretaba a su gusto. Los católicos sinceros se lamentaban, no sólo de la muerte del Papa, sino del estado de cosas en que quedaba Roma e Italia ; los llamados «liberales» se frotahan las manos de gusto esperando un cambio de régimen más favorable. Emigrados hubo que al tener noticia de todo esto se dispusieron para regresar inmediatamente a su patria , y lo hubieran realizado a no disuadírselo los Cónsules res– pectivos . Por disposición de Mons. Delegado se celebraron solemnes exequias con oraci ón fúnebre por el Papa difunto, y luego junto con los Cónsules, se lo comunicó oficialmente al virrey Mohamed-Alí, quien mandó guardar luto en la Corte durante tres días. 5. El Cónsul Cerruti. - Por boca del Sr. Cerruti , Cónsul general de Ceroeña y Procurador especial de la Propaganda en aquell as ti erras, supe que la misma S. Congregación me había enviado ya tres mil escu– dos romanos para hacer mi viaje al centro del Africa y establece r mi Mi– sión de los Gallas. En cua nto a la forma de efectuar el viaje, añadió el Sr. Cerruti, lo haría en compañía de cierto Sr. Vallieri, piamontés, re– presentante suyo y agen te consular del Senaar, persona muy práctica en estos países , y que saldría muy pronto con rumbo a Karttím. Manifestéle por ello mi profundo agradecimiento ; si bien en cuanto a la fo rma de hacer el viaje no le dí palabra, por tener que esperar en Alejandría la venida de algún otro misionero y consultar antes con Mons. Delegado y otras personas conocidas. L os PP. Justo y César quedaron encantados y hondamente satisfechos así de la amabilidad del Sr. Cerruti como de su representan te Sr. Vallieri; r ero les advertí no tomasen determinaciones ni forjaran proyectos que pudieran ser intempestivos e inoportunos hasta conocer mejor las cosas. 6. El Sr. Vallieri- A los pocos días recibo la visita del Sr. Vallie– ri, recomendado del Cónsul de Cerdeña. El objeto de esta visita no era otro que el de arreglar el asunto de nuestro viaje al centro de A fri ca. Según el Sr. V allieri, el camino más recto y seguro para el centro del Afri ca era la vía del Nilo y del Senaar ; todos íos demás caminos estaban erizados de dificultades insuperabl es . Nada podia yo entonces oponer u esas nizones, porque desconocía en absoluto el país africano; pero con – sultando luego con Mons. Delegado, hube de ponerme en guardiél sobre cuanto me aconsejaba el Sr. Valli eri; pues su persona no revestía todas las condi ciones de probidad qu~ el caso requería; así me io aseguraron Mons. Delegado y el Superior de los Laza ri stas . Sr. Leroy. Sus prime– ras disposiciones respecto a nuestro vi1:1je eran ya una buena prueba de esa falta de discreción t an necesnria en semejante caso; pues sin conta r con nosotros había hechu i111porta11tes g;,1stos a cuen ta nuestra, y entre otras cosas había comprado ci neo fusiles de los mejores para nosotros, y nos present ó además una tan larga list a de objetos de que debíamos proveernos que me sobrecogió. 7. El camino del Nilo .- EI camino del Nilo y del Senaar era cier– tamente el más recto para entrnr al país Galla, tomando el que ll eva a Matama y sube hasta el lago Dembea; o siguiendo la ribera del Nilo hasta K arttím y en tra ndo por aquí al país Gal la sin pasar por la Abisinia, y ciertamente otras personas me lo aconsejaron; pero no faltó quien me lo disuadía diciendo que ese clima era malsa no y muy expuesto a enfer~

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