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20 Mis tre inta y cinco años de Misión en la Alta Etiopía tiempo que la mía y con la que tuve no pocas relaciones. Es tos dos nue– vos prel ados eran esperados en Roma para ser consagrados conmigo. Entretanto , la S. Congregación me entregó I a ca rta arriba citada del S r. D' Abbadie, y una suma de dinero con que atender a mis necesidades y proveerme de las insignias episcopales. 15. Nuestra consagración episcopal.-Mons. Casolani llegó de Malta a últimos de Abril, y Mons. Nicols de Corfú el 10 de Mayo, y el acto de la consagración se verif icó el :¿4 de este último mes . La sagrada ceremonia se celebró en la iglesia de «S. Cario al Co rso», oficiando de consagrante el Card. Franzoni, Prefecto de la Propaganda, y de minis– tros asistentes Mons. Brunelli, su secreta rio, y Mons. Luquet, obispo de Eseben y Viceprocurador de las Misiones extranjeras de París. La función resultó muy solemne, asistiendo gran parte de Ia Curia Pontifi– cia y de la Nobleza Romana, terminándose con un convite de gala en los salones de la Propaganda. 16. El Marqués d' Herculais. -En esta ocasión tuve la suerte de saludar al Marqués d' Herculais, de Lyon, que asistió a nuestra consa– gración y era persona de mucha influencia en el Consejo de la «Obra de la Propagación de la fe de Lyon ». Le rogué me tuviese presente en la distribución de los subsidios de la citada Obra, y he de confesar en su obsequio que no me echó en olvido, sino que me prestó siempre valiosa ayuda con sus limosnas. 17. Una visita al Papa enfermo.-Después de la consagración hicimos las acostumbradas visitas a las Basílicas romanas y pedimos una audiencia al Papa; pero el soberano Pontífice había caído enfermo . Su– cedía esto al día siguiente de la fiesta de la Ascensión del Seiior, en que Gregario XVI había celebrado los divinos Oficios en S. Juan de Letrán. Mas a pesar de la enfermedad que le postraba en cama, Su Santidad hí– zonos el honor de recibirnos en su propia cámara, dirigiéndonos a cada uno de los nuevos consagrados palabras de consuelo y de felicitación, augurándonos grandes éxitos en nuestro apostolado. 18. Salen de Roma los PP. justo y César.-Estando ya todo preparado para la partida . dí orden de que se adelantaran los dos padres misioneros Justo y César con parte del equipaje hasta Alejandría, donde nos esperarían. El hermano Fr. Pascual y yo saldríamos en la semana siguiente con el P. Felicísimo que aun no había llegado del Piamonte. 18. Muerte del Papa Gregario X VI. -La e11fermedad del Pé1pa se agravoba de día en día, temiéndose un funesto desenlacP,. En üdes cir– cunstancias yo sentía abandonar a Roma; mas considerando por otra par– te que la muerte del Papa me había de ser quizás un obstáculo para la pa rtida, no veía el momento de embarcarme. Hice pues las visitas de despedid a y sin dar oídos a los gritos de sentimiento que se levantaban en mi corazón, me disponía para embarcar cuando llegó la triste noticia de la infausta muerte del soberano Pontífice Gregario XVI. El Cdrde1nl Préfecto de la Propagan da, Eil recibir la noticia se echó a llorar, diciendo: ({Dichosos vos que os vais; ¡Dios sabe lo que será de nosotros!» Todas las oficinas se cerraron, las Congregaciones su~pendieron sus actos y en to– das partes se dejaba sentir una sensación e inquietud difícil de explicar, temiendo sin duJa los acon tecimientos que pudieran sobrevenir.

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