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2:32 ;\lis t1einta y cinco años de Misión en la Alta Etiopía lumna de su ejército sin otro rumbo que la voluntad del jefe. el cual pre– cedía siempre la marcha acompañado de su escolta. En sL;s ntaques iba sit'mpre a marchas forzadas, por niam,ra que las más de las veces cogía al enemigo por sorpresa. Semejante género de tüctica y de impávido arrojo, no podía menos de sembrar el terror en todos los ánimos, de t:i! manera que sólo su nombre ponía espanto en el corazón de aquellas gentes. 5. Derrota de Berrú-Ooclzcj. Seguía Kasü victorioso su GIITt·ra l~n persecución de Ras Aly, cuando Berrú-Ciochó bajando dlº In montédia, donde se había refugiado, ocupó sin dificultad todo el tt,rriturio de Go– yam impo11iendo leyes y exigiendo tributos. Mas apenas llegó esto a oídos de Kasü. echó pie atnís y con la vel,Kicfod del rayo ccrrió ,,n dc,– fen,-,a de su imperio echando fuera a Berrú-Ciochó. Retiróse é.,,te a toda prisa dejando nuexamente el territorio ocupado. perr• cuando más dc 0 scui– dado ,·staba con su ejército acampado en una colina. fut' sorprendido por Kasü que con solo un puñado de valientes y protegido por la oscuri– dad de h1 noche le puso cerco y cogió prisionero con todo su ejército. llevándole maniatado al frente de sus soldados al Goyam, donde mnrió. No dejó Kas(! en su loco empeño de someter a su e,:,pada todo el vasto tl'.rritorio de la Abisinia y dejando el Goyam limpio de toda suerte de enemigos. se enderezó con su ejército hacia los países del norte, donde -;ostuvo con 'variable fortuna diversos combates. sembrando el terror por dondequiera que fuese. A su regreso al Goyam, otro conquistador ocupa pacíficamente su trono, quien con la ,iyuda del pueblo goyanés, que se le mostró leal, defendió su corona y no permitiú la entrada al famoso aYentun•ro Kasá, el cual ardiendo en furioso rencor y desespera– do se di(> muerte a sí mismo, dejando a sus vasallos el inaudito escün– dalo del crinwn de suicidio. jamás visto ni oído entre aquellas gentes. n. Semhlanzo de Ras Al!J _lJ de Kasci. liemos dicho que Ras Aly era un príncipe modelo rn el ,gobierno de su pueblo. A la verd,id. en veintidús mlos que duró su reinado, Abisinia tocó la cima de la prosp,~ri– dud que cabe en países S(:mibMbaros romo aquellos. La densidad de su población es prueba fehaciente de su bienestar general. Con la paz flore– cieron a la vez las fuentes de riqueza, la agricultura y el pastoreo. Por igual motivo se fomentaba grandemente el comercio, a que daban pie lo ligero de los tributos, el respeto ,1 la propiedad y la escasn de impuestos aduaneros. Por manera que podían hacerse fücilmente y sin notables dis– pendios. largos viajes y lucrativos negocios. En cuanto a mí puedo dt•cir que recorrí gran parte de la Abisinia, de .Massm,h a Góndar y de Jfogh H Baso, sin un ochavo, provisto tínicamente d _, tabaco, rnpt\ algunos po– cos cordones de cristiano copto, una cantidad pPqUt'ñn de agujas y un cajoncito de pimienta; y con tan mezquino caudal no me faltó que comer en todo el trayecto. A cambio de esas ligeras mercancías me dab,1n le– che, pan y cerveza que era el cotidíano alimento de mi pequeña expedi– ción. Mis padres misioneros vivieron por espacio de un año entero en Saint con solo dos táleros y algunos sales; y nunca les faltó pan. legum– bres. manteca y leche en abundancia. Así se comprende corno, pasados los primeros momentos de entusias-

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