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odio contra t:L que juró 110 volver a recibirlo ja111{1-; en cw,a, odio qt1t' al cabo de un afio y merced a mis reiteradas súplicas se apagt'J. a\·init;11d1)c,t' con el ya c011vertido hijo. U. lfechfaada por un Buda.-Avisárnnme cit•rto dia de que 110 muy lejos yacía tendida en d suelo una enferma moribnnda. cte"tituíd:1 de los sentidos y a punto de expirar. El cuso no sufrh ,'',Pl"rn, Pello 0 1 ;!íldar y en breve me presento en la casa ele la e11ferma. ¿(-.¿ué e.', lo qut' tÍ('ile?. prl'.,',!;trnté ¡¡ los circunstantes. -Puec., qne t,I buda la tiene lH:chizada y St'_guninwnk acah:iqí lk 111 ,turla ... ,\la~ bien juzgné qne serfa 1111 ataque nen·ioso que te11:,,11doL1 postra– dr1 por al¡c;ú:; tiempo la dejaría vivir sin otro incu1n·e11w.1L:. ,\1am!(,_ pue.~. que le diernn unos chorros ele agua fria. y s:1cando d,: mi botiquín lllLi redoma de éter se lo puse a la naríz ha cien.fo qué lo s,, rc:,ní- 111<'> con ello un poco dando esrieranzas de mejoría. Pero ;,I i11stantv volvió ,1 rner ('.ll aqncl sn estado primero de postración. 1\\amlé rcpític·sen lns c!Jurros de agua con alguna interrupción, y Díos quiso que la l·nferma fth'SC poco a poco recobrando las fuerzas y el ccnocimiento. Prl'guntéln c·1ito11n's t]lH; era lo que le aquejaba, a lo que ella me cuntt:st(, imlica,do que -.;t•,1ti:1 como un enorme peso en el estómago, que la oprimíu 'iin de– jul'il' apl;nas vivir. La recett; una buena d(Jsis de aceite ele ricino. con lo que nwjoró notabit)nwnü>, repetí esa misma receta por otros do.e, dü1-; y qtwdó libre de. todo aque.l mal que le tenía a las pm•rtas dl, la 1mwrte. Lo del bu:'a no era otra cosa (Jllf' superstkión. Müs adelante. al referir epi· c,oclios de mi estnncía en Enerea y Kafn, tendré qut, hacer mención repe– tid:1s ,.L,ces de esa sm,rte de. supl'rstición. muy gerwnilizada entrt' ,1que– lh1s ge11ies. 10. Visitas inesperadas. Lo fueron dus: un,1 dt, un joven 111isio- 11ero convertido a la fe católica y ordenmlu iu\•{liidi1menk el obispo S,ilmna; la otrn t'ra de un íntimo umigo residente yn mucho til 0 mpo en aquellas tierras, el Sr. D. Juan Bel, de quien mús de una \'ez he lH:rlw 11w11ción e11 t 0 stas mis memorias. El joven misionero venía con c:1rtas; del Superior tfr la Misión Lazarista, Padre Biancheri. en las que 11w suplicaba subsarn1se los defectos de la ordenacil.lll saµ;rnda dv aquel joven, a fin de 11:JCerlu apto para el ministerio. lo qne dil,1t(, ,1lg1ín tiem· po, hasta mi entr:itb en el Ciudní, con l"i fin de disponer mejor todas las cosas y evit,ir la iidmirnci(m y el escúnd:ilo de los ignorantt's. El Sr. Bel vi11u a Z,1mié casi únic1me11te pum sal11darme. :i ,;us oídos la noticia de la \'enida de 1111 europ('o a aquellas tinras. y s(¡Spe– chamlo fuern yo, Sl' presentó en hi Curte del prí11cipe \'orkiv con el pre– texto de saludnr al referido príncipe; como se trntaba de un de' la Corte de Ras Aly. todos los hrncionarius públicos y personas de Yíso de la población hubic~ron de preslcnüirse a ofn,cer sus al .st'11or Bel. Celr'bróse 1m s1mtuo,,o banquete al (]lit' no pude menos de ,1sistir: nada 11w dijo durante el hanqude, aunque me conocí<i, porque sabíu Yiu– j:1ba de rig¡¡ro;,o ilicúgnito. pero Íl'rminado el ricto. se dirigió a mi cr1s,1e donde nos nhr,1z,1mos t>fusi\·:1m( 0 nie como amigos. e11tn•tt 0 nit;ndo- :·us en CtHl':er~aciún por 111,b dt' un,t horn.

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