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familia, la ju\'entud queda a merced de los vaivenes de la fortuna que desgrc1ciadmnente 110 le.s sonríe, síno que andan vagabundos y ociosos entregándose al pillc1je y al robn. vi\'iendo al e,,tilo del desw,nturado hijo pródigo. D. /nsofencias de un leproso. Seis días estLtve en Mota. en lo,, cuales u¡w1rns salí de cac;a por no exponerme a revelar mi incógnito. Ern Mot,i centro unin,rsitario donde acudían de todas partes muchedum– bre de sabios ddteras o escribanos, 11101ijtss y sacerdotes a dogmatizar y enseíL1r en pleno consejo. Partí de Mota en compailía de mis cinco jó– Vt'nes 1wófitos después de mandar aviso de mi pronta llegada al Padre Céc:ar. misionero en el Cirnnié, 11110 de los mejores santwirios abisinios, donde descansamos. encamirníndonos luego en dirección sudeste bor– deando mm pintores.ca colina; y atraves'rndo montes dimos \'ista a una pequeña aldea, donde me ocurrió una molesta entn~ví.sta con un leproso. Gozan los atacados de lepra de inmunidad tan absoluta en Abisinia. nadie puede castigarlos, ni aun reprenderlos. aunque cometan los manes y desafueros nuís inauditos. Aquel leproso echándome el alto me pidió con altaneros modales muy significativos uno de los cordones que suelen lle\'ar los cri'"'tianos abisinios al cuello como especial distintiYo de religión.- Si 110 111e lo dais, me d(•cía con 111-rogancia, pn,param, a sufrir el contacto de estas llagas. No por el temor que nw infundieni sino por tratarse de cosa baladí mandto al muchacho le uno lus qtH' lle\'aba. Pero el leproso ya no se contentó con eso, qu,, rPcibido el cordón, pidió tambit;l1 con amenazas que le diL,ra un Lílt:ro. ~Eso ya es otra cosa, k dij,>,. Idos de aquí, si 110 qtwréi.~ qué os eche a puntapiés. · El insoknte hiz,1 ademán de arrojarse sobn· mí y froü1r s11s p11ruk11- tas manos en mi rostro. pero con un fuerte empujón lo rechaci 0 • mroj:111 dole lejos de mí. Una y otra vez intenti'l lwcer lo mismo, y l,tras bnt:h veces fo(, rechazado con t1 ayuda de mis comp:1ñerus. q11t' tn11rnrpn mí defens,i. 1\:-rciaro11 en la contic 0 11da algunos paisanos. y. Sl'l"l"JWdo ,,¡ campo. le ofrffí un .sal, que \·alía la c!t;cinrn parte del túlero. dose de nosotros y llejúndonos en ¡rnz. La Ahfsinia es una pbf,a en esta clase de t'nferrnedadt's. Creo que avc11tak ;i b Palestina en lo;, tiempos dt, j,•sucristo. Se co11oce11 du;., suertes dl· leprn. La una es general. y :1taci :1 toda l:i pi<cl dt'I i11dividun. hirit'·11dolt'. de ¡¡ cabeza, sin dejar en t;I p:1rh, .su11a; la ot1·,1 21ü1c1 principalnwnk a lns extn,mid:ides del Cl!t'rpu y suele ser 1mh frecncntt·. Herido 1m hombre dt'. esa enfermedad. \'a 110 tiem, remedio. poco lt• \'c1 mrroyendo los dedos rfo las· nwnos y hasta c:ier a pedazos. El Goyam es, por dr'cirlo :1sí. su princip:il asit 0 11to .. \lu– cho influye el conbgío. pero creo que el origen princip:il dt' e;.,r• Yiri1,-, riatógenll r,sbí en la ec;casez absoluta de higi, 0 1w que es endt;mica t,11 aquellos Pero son tan grandes los pri\·ilegios dP qiw goz:m loe., qtw nmcho'"' se fingen tales a fin de disfrutar dt'. elloc, y \"i\·ir ¿¡ sus anchas. Porque el lr'proso puede tonwr cuanto ,-,e le antoje, entr:ir linremc11te y a 11rnnsaln1 en ec1sa de cualquiern de lus \'erino,;. c,ltllt'r de

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