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CAPITULO XII APOSTOLADO ENTRE LOS ZELLAN 1. Jli retiro en esos pueb/os.~Esquivando el trato de personas índíg;enas y forasteras de lfagh que a la larga pudienm entrar en sos– pecha subre mi verdade,a finalidad y designios y sobre mis condir·iom·s de obispo misionero desterrado, busqné un lugar de refugio don Je pasar la estación de las lluvias tranquilamente, y lo lrnlit 110 muy lejos entre una sencilla tr¡bu de pastores denomin:1da 1 a tríhn de Zcllún, a 111rns tres leguas dl! Ifagh. Tomé el breviario, papel, plu111'.1 y ti1,ta y, sin despe– dirme ele nadie, ni dar aviso sino a la autorith1d, p'.1rtí en comp iiía lfol hijo del gobernador, Maquonén, con rumbo a los Zellün. No hay para que decir que nuestra llegada fu('. acogida con afectuosa ale/ría y cari– iio. No era de esperar otra cosa siendo el hijo del gobernador uno de los visitantes. Nos obsequiaron con un vm,o de fresquisima leche. un pd– necillo de mijo y un cordero asado, que suele ser su alimento ordinario. Compuníase aquella tribu de unas sesenta pc 0 rsorn1s, dedicadas al p,1s– toreo y al cultivo de los cmnpos. lfohlab;rn c·I amúrico. lengua el(' mí conocid:1. que fu('. como lazo de uni(m con ,iquellos se11cillos p:istores. Poseían grandes exfr11sio1ws de frrreno donde pusü1ba11 u11,1s dos mil cabezas de ganado vacuno y muclrns mús de lanar y cabrío. Sus co;;tum– brcs sc•ncillas eran una remembranza de la \ºÍdii patri<1rc,Il que' iel,mos descrita en el Viejo TPstamento. Enrn cri,,dos de nifíos con aquel cariiio y cuid,1do paternal qtw les hace llevaderos todos los crn,trntiempos de familia. y a pesar de lc,s proximidades de la ciud,id, jamús bajaban a ella por no mancillarse con el vaho pcstilrnk de sus malsanas doctrinas. Unicanwnte los criados eran los que iban y Vl,nían diariamente a lfagh para la venta de leche, manteca y carnes, dv. que alrnskcfon a la ciudad. Su religión era la natural con ciertos dejos de nwhometismo y algunas nociones de cristianismo aprendidas en el trato con los cristianos y en la lectura de la Biblia. La unidad e indisolubilidad del matrimonio eran fiel y escrupulosamente observadas, siendo a esto deudora la prosperidad de las familias y la paz envidiable de que gozaban. No foltalwn livian– dades y relajaciones en la juventud, pero müs que de malicia procedían de ignornncia y de la frecuente ocasión a causa de la promiscuidad de sexos \,11 que constantemente viví:m. Ciertc descuido se notaba en esto

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