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TraJ .cción del 1\L I{. l'. i\larc:os ele Escalada ni q1w'1raL!as cll'. imporhnci:1, alfombrado de espléndida y exuberante ve– gdac1c",n que sirve de abu1id·rnte pasto y guarida a muchedumbre de ele– fa11tec-. leones, tigres, serpientes y otras fieras y animales dañinos. Va– demw1.; un pequeño torrente y reposamos en una llanura al abrigo de una c1 1 pmla higuera, s:i!vaguardia de nuestra vida. Tendió la noche su manto v, temerm,os de una acometida de las fieras, encendimos una ho– guen,. único medio de :ilmyentarlas en aquellas vastas soledades. Des· p:-o\·i<,is de fó.~foros, hubo que sacar fuego dd pedernal, sirviéndonos de u11 truzo de leilr¡ seco. Tornada la frugal cena y hechas las oraciones me n,, ,tt; en el duro suelo. No pudté premkr los ojos porque un milrnrrón prdí:; ,i ck bilis conw 1 1zó a ;_mojar de sus entrailas tan nutrido fuego de trne11, 1 ; y r("lá111p:,gus que hebba la sangre. Vínome a las mientes otrn noch,, . ~·ual al abrigo también de un sicómoro en que me queclé corno pez u11 111ar d" a¡,;tu y ... ¡Dios no permita. dije parn mí, otra noche de m·11T,i J. y :ipenas me huhe i11corporado, las rntarntas todas del cielo se abriv,,i,1 tk,scargando bn torrencialme11tcc que creí morir aneg,1do en aqut:l •'->,lwcho diltffio. Al :igu:1 ju1it()c.e un violento lmrncún que pnrecia :11-rrn1· :r de ctwjo el único {irbol q11e nm, defendía. E11 fin, la higuera rnísni volvió contra noso!:ros. po!"ljlll'. s:1cudida i111pduosa111entP por i11s \'Í• · 1t,1s conknz<, :1 d~sc·1rg·ir .su f1 ntll. w111 no s:1zonado, que p:1recí:1 un:1 t¡• ·rte grn11izuth. arroj:1ch1 sin pied:1d ;,obre 1mestrns rnbez,:,, v t's– pald:1 Vt'intl· minutos duró l:1 ho1 rasca, y a Dio'; que s:1limos con y: h: porqtH, los elementos todos : e· ju::t,1rn11 ,;qm·lb: noche para lw c(,rno,L1 doblementt~ b11);,1 e insoporhhlt·. 1\lt::1os 11ml que In tPmpt·ratura era ;,11 ,ve y las Yi:1mbs q:H•.d'.1ro 1 1 i 1 1t-id:1.c, y enjutas. gracius n lo com– pactu los odres que l:is '.':1ce;-r:1 1J:111. S:.:.c:imos la ropa al fuego y nos :wost:,,nos de nuevo ]1:1;,l:l e! :1111:u:t'r·er. -J.. Des!frecia del j11menfiít'o. --Un dí:1 entero nos cosió atr,1ves11r ;iquell I vasta planicie. tocando por fin la falda ele la montm'ia qnP con t,l dlcsc1·1,,:l v1ole11to de Lis a~;uas lialbílias,~ intransitable. El sendero qm' st·rpé·1,,,,,mdo conducí:i a ;,n cima. estah:1 tan socav:1do y carcomido que ,,·iso subirlo G1si :1 gatus. Co:1 i111111,11so dolor y trabajo íbamos tre– por entre r1quello:-; brefü11t,s, asÍ('1ito tí11ico ch, .íguilas, rn:n1cio un illabie suceso vino a turirnr 1rnestra mente. I:.! jumentillo. que ca gado ,· l1l el equipaje nos Slcguí.: lenümwnte, perdiú sübitanwnte el equi– lihrio :: , clespd'iúndose por enlrt' rocas y arbustos. rnyó drn1llo vulten'Ícic, lwsü1 ,¡ fondo del torn°nte t!'te llinrhado corrí,1 lamiendo el pie del rno1· te. ntrn bestia poco acostumbrada a los golpes y reveses de la sm~rt,, habrí:1 quedado muerta en el sitio. o a lo menos estropeada e inservi!J!i:. y así h creí yo del pobre jumentillo. Y al efecto, bajando con la p: t,11lllr:1 que 11, fué posiblt,, ltc quitamos !a carga para poder mejor extr:wl"lo dL·I fondu, pero nos fué de todo punto imposible; c;in arbitrio para rt'm0di:1r la de",rrncia, dividimos el pt'SO del equipaje y, echúndolo al ho111bro, r'm– prendimos de nuevo la subidn, dejando al desgraciado jume11tillo para pasto de las fieras. Ya como al tercer tramo de la escarpada colina vimos con surpresa que el pobre animal subía cojeando en pos de n11estn1s r+ sacias. La necesidad es la suprema ley de los vivientes; y, previniendo el animal que su pérdida era ir,·eparable, hizo un titánico esfuerzo, le-

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