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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 189 la costumbre de la re.~ió11. Ofrecíles, en cambio, a ello, una navaja a c•id'1 uno y una cantidad de bbaco, ganándume su amistad y con ella la litwrtad para se~uir mi ca.nino sin tropiezo. Kasstí, a quien conocí en mi primer viaje por la A )isíni 1, era ínti.110 de mi enemigo Salmna, a quien es seguro me lwbría entregado si me ve en sus manos. He ahí la explin1ción dt-1 misterio de mi repugnancia a presentarme a Kassá. iO. lnj'ructuosw, tentativas. Viéiidome a salvo del peligro, me retiré con mi tienda, 110 buscando otra cosa que el medio de entrar al país g,JiJ:.1. Rogné a lé1 p:1rt>ja de guardias interpusiera su autoridad a fin de h 0 i("c:r las p11ces y e .1p1 ender e! vi,ije en dirección a Dapo con In ca– ni van:1 de musu:m·rnes, pero h,é imposible. «Si os hacéis 111usulnuí11, me decia11, vendn~is en nuestra cornp1,I1íc1>. Otros, más sinceros. viniero11 u oculta::, a decirme 110 hiciera tal, porque lnbia conjuración decididh de in- 1rolar111e en el crnni110 a Mahoma. Atín hice otrJ tentativa, valit:ndorne de la m1torid:id del pedáneo que parecía estar a mi lado, pero todo fué inútil. Echando, pues, a un lado el proyecto de viaje a Dapo, 1;0 pensé mús que regr1c:sar a Matama y al efecto me incorporé a la primera G1- rnnna, tornando a e':ía población con toda felicidad. CAPÍTULO X SEGUNDA VEZ EN LA ABISINIA 1. Revolución en la Abisinia.---La vida del hombre en la tierrd es llna co11tinua pelea, en expresión del patrii,rca Job, y la del misionero entre infieles doblenwi:te angustiosa, añado yo; porque carece en abso- 1 uto de i(¡jo hu,rnu10 r0,1.-;ue o. A mi regreso a JV\atama sentí rumores de inmi11ent-. 0 revuluci()J], y a los pc,cos dí sesos rumores se habían crn,· \'ertido ten triste rerdidad. Grupos de faccioso::, ,dzados en armas contrn R:1s Aly r, 0 .:ori-ía,1 aquello:-; campos rn:1tam10 y arras,1ndo cuanto ll'lllab,111 al pasu. Pucu ful' nH,mcst,~r para someter a los rebeldes; porque npem,s c.;e oyeron los clari11es y hmbores del ejército del gobierno, se dis¡wrsi:– ron como nube que lleva el viento. Este e 1tró marcialmente en b ci11· dad y. form:rndu en la pluz:1 princip:11. intimó pur s11 pregonero :1 todo el pueblo a !a entrega de los tribntos. El comandante en jefe del ejército, llamado M.ldet S,1!1:1t, se alojó e11 una pobre chJza al pie de la mía. y con él trabé intima amistad. C]ll!:' 111(~ v,:lió un mundo de favores. A él debo el plan del itinerario que en breve voy a referir. De luenga y poblada barba, ern sumamente afable y cortés, y conversaba con ingenuidad y entereza militar. Au11que en– trado en años, su palabra era viva y rebm,ante de entusiasmo. sobre todo cuando me refería episodios de la guerra en los que había tonrndo parte; su rostro se encendía y los pies se le nrnrchaban contando su~ proezas guerreras. Había tomado parte en las guerras del Sudán, del Kord0fan y del Fazogl, y era jefe del gobierno de una región del Su-

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