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salí libre del perGJnce. Daud se me mostró sumar11ente c<,mplé!Cicnte v sencillo, haciéndome relación de todas SllS vicisitudes y -csrerm1za;;, c;ue no salieron fal!i(1as Me refirió la historia del largo viuje a la Al·i,,ini2. la buena acogida que le hé,bía hecho Salmm1 con los mucLos regalos re– cibidos, etc., etc., a todo ello nada podL1 yo contestar rnüs que rnn ve;;– tos de admiración y señales de regocijo. Hasta los jó\'enes tie la casa I o eran sino esclavos abisinios regalados a Daud ¡.or el hereje S,ilmna. flí– cele diversas preguntas acerca del país, simulando desronocerlo, a que él me satisfizo con calma monacal. - ¿Sois católico?, me dijo. -Sí, soy católico, y católico quiero morir. - ·Tenéis razón, me dijo: porque es la religión müs segura p,1ra sal- var,;e. Yo nací copto, y como tal he vivido, pero co111prendo perfecta– mente que el catolicismo es una religión de santos. --¿Qué motivo os ha traído a estas tierras ejos de vuestro Morns– terio? ~ Vengo enviado por el patriarca Potros en bm,ca de un obispo CcJt(,– lico qt1e se ha establecido en la Abisinia y anda haciendo pro¡rnga11da de su religión. Tengo para mí q11e no ha de hae:.r 11ingú11 dm1o a 11uestro pueblo. porque los de esa religión son en genernl gente buena y de con– fianza: he trntado con alguno de ellos y me he persuadido por propia ex– perieílcia que son desinteresados y no buscan otra cosa que el bien de Jo,, pueblos. No obstante, y contra toda mi Yolunü,d, he tenido que cum– plir el mandato de mi superior. Hice jurar a todos los príncipes (JU(' j,1- 1mís le darían entrada en sus l'Stados, y en cuso de q1ie se lrnllarn ya lo eclrnrhn 11 toda prisa, porqtw éste no es territorio de Sll jurisdinió11. Ahora regreso a mi monasterio con gran cantidad de dinero y 1 l,no d,· regalos. D;rnd hablabn de 111011:,e!lor De Jacobis co11 muchu res¡wto, mln1iru11du grnnd, 0 menÍl' su sm1tidad de \'ida, y en el seno de la confia11z:1 me dijo que esperaba con seguridad suceder al patriarca Potros, t·l cual l'ra de avanzada edad. Si contra mis esperanzas, no soy t'.legido p,ira suce– derle, me dijo, rrnnchart'. a Roma, abrazaré el catulicismo, y l'.e n1elü1 a e;,ias ti("rnis emprenderé una cruzada con la ayuda de Francia p,1ra u11ir la iglesia copL1 a Roma. 5, Daud patriarca de los Coptos.--·EI \'tºnernble abad Yió pronto cumplidns sus esperanzas. Al ano siguiente de su regreso al Monasterio murió el patriarca, y fué elegido para sucederle. En los primeros mlos de su gobierno se ganó el afecto y la voluntnd de todos sus stíbditos y mereció ser en\'iado como embajador extraordinario al emperador Teo– doro. Cumplió a satisfacción de todos su cometido, y aprovechando lu ocasión hizo la visita a las iglesias, cercioründose del estado y condicio– nes del clero abisinio. Saltó pronto a su vista la Yida desarreglada y es– candalosa del obispo Salama, y la manera ridícula e invúlida con que confería las sagradas Ordenes, y, llamündole a su presencia, le amones– tó seyeramente. amenazümlole con rigurosas penas si no se enmendaba. Salama se le rebeló, protestando de no reconocerle como superior. Con– tinuaron las enemistades y murmuraciones por algún tiempo, hasta que
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