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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 15 y prácticamente aprendí en el Hospital de S1:111 Mauricio de Turín (del cual fui varios años capellán) me sirvió mucho para este objeto. Y COIT'O allí las enfermedades son más raras que entre nosotros por la constancia del clima y la sencill ez de la vida, no tardé en encontrar remedios efica– ces de curación, sirviéndome t:=imbién del empirismo indígena con grande aprovechamiento de aquellos desgraciados y no menor de mi apm,tólico ministerio. L a inoculación del virus de la vacuna, 1:1llí descor,ocida y muy apreciada después ; traía a mis bies centenares de personas de toda clase. a las que juntamente con la curación corporal . me esforzaba por d¡¡ r lo que es más importante y saludable, esto es, la mural; y a esto debo, en gran parte, la estima y benevolencia que para conmigo tenían aquellas gentes. Hojeando estas páginas, advertirán mis lectores que el vicio desho– nesto afea y degrada a aquellas pobres poblaciones, mdxime a las que están en relación y trato comercia l miís frecuente con los musulmanes . Y confieso ingenuamente que lo que más me retuvo de escribir estas Memorias, fué el tener que referir cosas que pudieran ofender los castos oídos de las persom1s honestas; pero no podía dejar estas cosas sin quitar a mi narración una parte interesantísim1 respecto a las costumbres de aquellos pueblos; y siendo mi principal mira dar a conocer la monstruo– sidad del Islamismo y el mal grande que trajo a aquellos cristianos y a cuantos ti enen que vivir cerca de ellos, tuve necesidad de entrar en este espinoso campo, y hablar, aunque ccn disgusto mio, de estas cosas, que mejor fuera callarlas. Sin embargo, creo haber tenido suficie111e cautela y cuidado en ello; de modo que mi libro podrá entrar honestam~nte en cualquiera casa, y estar entre las manos de un joven al igual que entre las de un nombre de edad madura. Réstame decir algo sobre el método que sigo en este mi trabajo. La pérdida de mis nrnnuscritos y la falta circunstanciada de datos y apun– tes, etc ., me han impedido formar un plan sintético de mi Misión. Por esto , no teniendo más ayuda que mi corta memoria, me ví obligado a fiarme de ella exponiendo cronológicamente lo que ella me ha sabido recordar. Finalmente, después de dar er, breve, como es rnanifesto, la razón de mi obra y del método que seguiré, me veo obligado a declarar que, como hijo obediente de l a Iglesia , someto toda expresión y palabra de mi obra a su juicio infalible; y aunque conscientemente no creo haber errado en nada que pertenezca a la fe o a la moral, sin embargo, estoy dispuesto a enmen– dar cualquier error involuntario, apenas lo conociese o se me manifestase. Otra palabra nada más, y concluyo este mi prefacio. Escribiendo sobre pueblos bárbaros en países civilizados, me sale a veces espontánea y corno natural la comparación; y como de aquí nace muchas veces el dis– gusto, no supe reprimirme, y lo manifesté aquí o allí en estas pági nas . Semejante disgusto declaro ser solamente del mal , y nunca de las perso– nas. ¡Oh ! yo los amo a todos en Jesucristo; y sean salvajes o civilizados, los miro y reconozco corno hermanos míos, y estoy pronto a sacrificar otra vida y fuerzas que tuvier a por la conversión y salud de todos, recor– dando lé1S encendidas palabras del Apóstol: Charifas Chrisfi urge! nos . FR. G UILLERMO, C1\RD . MASSAIA,

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