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Traducc·ún del M. R. P. Marcos de Escalada ]í7 e1·i 6 irse ellos en jefes y directores de los asuntos; todo lo cual no produ– ju si11ó la división y en conseé·uencia el desastre (1). A mi llegada a Kar– turn aquello era un Bubel; todos 1¡uerian mandar y nadie otedecer. El Vicario Apostólico, Monseñor Comboni, en vista del mal cariz que to– maban los asuntos de la Misión, puso la renuncia y se retiró a su patria. D. Angel Vinco, antig1;o alumno de la Propaganda y adherido a esta Misión olvidando su mii1iskrio apostólico, se dcJicaba en comirnñía de varios negociantes europeo" al cumen:io; v el cuarto de los misioneros. D. Ignacio Knoblccller, de nación austriaca, recorría diversas re'.!,·iones de .c;u p,,tria en busca de mwvos operarios para la Misión. Uitimmnente Yinieron los Padres Z:Ira y Pedemo11te, pero con tales principios y di\·i– siones ¿qué frutos podrían hacer? S:ibían que D. Ignacio Knoblecher nu tuvo mejores resultados; no era el celo apostólico quien movía sus áni– mos sinó la esperanza de m:1terial lucro y los manejos políticos, Sabido es que si el Gobierno de Austria ofrecí<~ su apoyo y favon~ció pecunia· riamel!te la Misión era con la mira puesta en la ronquista de aquellos países, para formar una fuerte colonia tudesca, que les diese puerta fran– ca pé1ra sus fines políticos. (i Enserzanza de los hechos. L<1 historia que es maestra de la vida deja siempre en los arnntecimientos un vivo resplandor que \·iene ,1 ser guía y norma en lo venidero. Voy a indiG1r aquí ciértos puntos que servirún como de paut:1 en semc:janies y parecidos casos. Enprimer lugar. en el establecimiento de la i\lisión del Africa Central se sometieron. a mi jl!icio, dos graves em)res, principio de la ruína de la Misión. Fué el primero la elección de lu ciudad de Kartum p,m1 sede central de la Mi– sión. Kartum es el pu:1to más insalubre de aquella región, foco de mias– mas deletéreos y se¡:rnlcro de europeos. Debe su origen a la codicia in– saci:ible de guerrero-; y conquistadores, que en alas de su ciega codicia lu escogieron co:110 punto e\traté,-;ico para camp:1mento de sus huestes, fonn:índose a su alrek:Jor lo que hoy vemos que constituye una impor– tante población. Mohc1111l'rl-Aly, que fut'. q11ie11 echó los fundamentos de la ciud:id, compre,1diú mejor que nadie las ventnj'.is que eso le tr,1ía; s1- tu:1da en el punto mismo de h co11f111encia dt~ los dos ríos Blanco y Azul. ,1bría la puert-i dt·I co1n,,rcio cun el C:iirn y co11 el centro de Africu. Por otra p,1rte. desd,; el prn¡to de visié1 de defensa militar 110 se halhih:, otra plaz,1 rn11 t,1'1 \'e:1ü1jo·,as co:1cliciones. ¡Que el clima es mals<rno! ... ¿Qué iinpurt:i eso a un crn1qt1ist-idor, que :.:11 nada uprecia las \'idas de ,,1::-i va– s:i!lus. sino en cu·rnto le son i11strurnento para la re,1lizació11 de sus planes? Pero mm e11 el cnso de señalar a Kartnm para sede central clc 0 la Mi· sió11. por ser ese el punto de residencia de las autorides civil(:S y c·I cew tru tL~ to:fos las principales das ele con,1111ic,!ción, debíase haber (~difica– do l:1 C:is:i-Misión, no al borde de los ríos. ,.:01110 se hizo. sinó en la par· te mús alh v mejor aun e11 las afueras de la población. L:i segundo de los errnres fué la elección del personal destinado a la O) El P. Hillo murlo por fin t'IJ Karl11m, y ftH' ( 'lllerrn.do Pll PI janlinilln dt' la Ca:-;a, :vli~ion, ~;n!JrP ~11 lurnhn IP\'tllllo.;;,) 111ú:,,; lardt• 11n rnodP:-lo pnn!Pon. 12
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