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176 una habitación -con prohibición terminante de hablar unos con otros. Merced a ese método de vida recobramos fuerzas y bríos y con eilos renació la afición y el amor al estudio. No a todos, sin embargo, apro– vechó la receta, porque dos de mis compañeros, continuando su mala vida, perecieron víctimns de su ciega pasión. Con el trabajo y la ocu– pación hice notables progresos en las ciencias y hasta me aficioné a la reli ~ión cristiana. No tuve la suficiente energía para renunciar las prác– ticas del Korán, y eso me detuvo de hacerme cristiano. Mi vida es un negro tejido de lúbricos placeres. y cuando pienso en la otra vida tiem– blo de pies a cabeza, porque no sé lo que me aguarda más allá de la tumba. ¡Maldita religión de Mahoma, que corrompiendo mi juventud, has amargado los días de mi vejez y esparces sobre mis canas un cres– pón de muerte que me tortura y dese-;pera! Estoy persuadido que el Cristianismo es más racional y verídico que la religión de Mahoma: no obstante el pensamiento de hacerme cristi:c.no me horroriza; porque sé que ahí no podré continuar la práctica de mis viejas costumbres musul– manas... He ahí un fiel retrato de las enseñanzas de la religión de Mahoma. 4. lrzsalubridad del c/ima.---A pesar de todas mis precauciones caí víctima de las fiebres palúdicas, efecto de la insalubridad del clima de Kartum; pero gracias a Dios, la enfermedad no arreció, y a los po– cos días :ne levanté sano y salvo: La tisana del tamarindo y la dósis de quinina, que acostum'.)raba a tonnr con relativa frecuencia fueron mi salvación. Está visto que Kartum es un sepulcro insaciable, y si no hay una exquisita prudencia, cúrrese el riesgo de quedar allí sepultado. En el curso de mi apostolado creo poder contar más de un centenar de europeos víctimm, de las fiebres de esa po\1lación; entre ellos está mi compailero, el P. justo de Urbino. que en pocas horas la muerte se lo lle,·ó. Lu mismo aconteció a mi íntimo amigo Mons. Camboni. La enfer– medad empieza generalmente atacando al estómago y a las vísceras, pm,a ,JI cerebro, se produce la congl'.stiún, y a los pocos días, o tal vez horas. la muerte. 5. Lu .Hisi(j¡¡ del A/rica Ccnirai-- Reconlarün mis lectores corno l:i SagT,1d;i Congregación me propuso en mi visita a Romil la unión de la ;V\isi(m Central con la de los (hilas. N11da pude resolver por el momento porque desconocía en absoluto las condkiones de una y de otra; exami– nando ahorn minuciosamenit'. s11 situación nwndé al Prefecto una relación su,:int'.l ch'. todo. disw1dit'.miole dl! realizar tal unión por ser materialmen– te imposible atenderlas. La J'v\isíón del Africa Central era como manta dlcsht'.clrn; constaba a la sazón de cuatro misioneros, pero cada uno se guiaba y obraba sin contir con el otro. El fundador de la Misfón, Padre Rilln, de nación polaca. era hon1bre de vastos conocimientos y de no co– mún L'nergía y valer; había desempeñado altos cargos en la Compañía y tíiti111mm'.11te foé rector del Colegio de la Propaganda en Roma; pero su rn:-üctl'.r impetuoso y violento le enajenaba las voluntades y le avenía mal cun el trMago de as1111toc; y dificultades que entrm1n el establecimien– to d':' unH ,\\isiún. Sobre eso cometió el lL·sacierto de elegirse comprnle– rns ,,trntlos a ~u Orde11. qm" lrjos dP s,-.cundar sus dt:signio~ pretendían

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